Después de una meditación larguisima.
Confieso que he vivido
y sigo amando la vida,
confieso que he sufrido
mas no me agarro al dolor,
confieso que he perdonado
y voy sembrando alegría.
Confieso que he amado
y sigo sintiendo Amor.
Gracias por la vida, gracias por todo Señor.
Por tantas veces como inundas mi espiritu de paz infinita, al contemplar el atardecer violeta,
mis ojos de lágrimas y emoción
al sentir el dolor de mis hermanos y los niños
que mueren de hambre.
Gracias por sentir la alegría de los jóvenes y ancianos
cuando vivien en libertad y respeto.
Gracias, porque todos mis sentidos
son fieles servidores que Tú me diste generosamente para que los difrute y comparta con los que me rodean.
Por mi hijo, por mi familia, por mis amigos, gracias una vez más.
Por todo ello confieso: que te amo y me amo.
Que deseo ser feliz, amada y respetada.
Que quiero seguir creciendo, sirviendo y ayudando a crecer a los demás, con salud, prosperidad y en armonía para todos.
Así es y así será.
PEPA. Enero 2007