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Triste historia

Última respuesta: 2 de febrero de 2008 a las 20:26
S
sol_6397560
2/2/08 a las 20:02


El otro día me asalto el recuerdo
Y así lo escribo hoy rememorando aquellas sensaciones, que aun hoy, pasado el tiempo, me hacen estremecer
Siempre ame las plantas, me gusta su encanto, ver como progresan, sus flores, sus verdes hojas de primavera, por ello antes mas que ahora iba a los viveros a comprar esquejes, macetas para el trasplante, variedades de todo tipo, que luego con esmero formaban parte de mi patio.
Hace ya ahora 5 años fui a uno llamado Los Almendros, a escasos kilómetros, alli, perezoso, relajado, caminaba despreocupado por sus instalaciones, era una mañana solariega de domingo, y así despreocupado observando las variedades que se abrían a mi paso, de repente un ruido me hizo girar una esquina, y alli observe un pequeño recinto vallado, y dentro de el un jovial perro, cachorro el, que al acercarme se mostraba cariñoso y ansioso por agradar, el dueño que se encontraba cerca abrió la verja, y diciendo que no hacia nada, me permitió acariciarlo, recuerdo sus vivaces ojos que parecían estar dispuestos a descubrir el mundo. Me comento su dueño, que por la noche lo soltaba por el recinto cerrado.

No volví en tiempo, quizás dos años, y la verdad no recordaba casi la escena de aquel perro, si sin embargo seguía en mi afán de jardinero.
No se si sabré contar con exactitud lo que aconteció, y si mi mente tendrá aun la frescura necesaria de exponer en toda su crudeza la sensación que percibí en aquel instante.
Estaba yo alli de nuevo, con mi capricho vegetal de bulbos y bungamvillas, cuando sin buscarlo me adentre en el mismo rincón escondido, y alli estaba otra vez la alambrada, y dentro una figura deslucida, gris, patética, miraba con resignación la agonía de un animal, cientos y cientos de parásitos poblaban su piel sarnosa y escamada, acuchillada por centenas de garrapatas y pulgas, era el mismo perro, aunque pareciera imposible, moribundo decrepito, donde los haya, aquellos ojos vigorosos hoy cercados de ponzoña, de fluidos secos como rocas, quizás de las lagrimas derramadas.
Incordie malhumorado al dueño de todo aquello, que se defendió alegando que todo era producto de una enfermedad, yo le suplique que acabara con esa agonía, yo mismo me brinde a buscar un veterinario, que al final no conseguí por la distancia que se encontraba el recinto del núcleo de población mas próximo.
Que hacer, yo no vivía, la imagen de aquello trastocaba mis noches, volví, pedí al menos alimentar al animal que ya ni comía, los escasos gránulos dispersos por el recinto.
Me acostumbre cada tres dias a ir a una gran superficie y comprarle el mejor pollo cocinado que existiera, lomos y otras carnes, y así cumplí con mi promesa, y recuerdo que hasta en una ocasión al estar cerrado el vivero los manjares se los tiraba por encima de la alta alambrada rodeada de pinos, e intuía, sin verle un agradecimiento a mis desvelos.
Una tarde, portando una gran bolsa, salude a la encargada, y me adentre en aquel extremo rincón del vivero, acercándome algo presagiaba lo peor, doble la esquina, y le vi. inmóvil tendido sobre el sucio suelo, no respondía a mi llamada, me di la vuelta y maldije todo aquello que hace sufrir a los animales, la crueldad del ser humano
No volví jamas a aquel vivero

Ver también

S
suceso_720629
2/2/08 a las 20:26

Desgraciadamente...
hay gente que parece que les gusta ver sufrir a los animales y estos son como las personas, incluso mucho más inteligentes que muchas personas.

Gracias por aportar escritos, de tanto valor humano al foro .

Besos.

Susana.

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