CON MI LÁPIZ AZUL
Nada más fácil que coger un lápiz,
tomar unas cuartillas,
encender una lámpara discreta
y aquietarse en silencio...
Se escuchan los sonidos de la casa,
una tele a lo lejos, algún coche
que arranca o se detiene por la calle,
voces sueltas que vienen de otros sitios...
mientras todos los muebles están quietos
porque no saben ellos que son muebles
y que guardan por dentro
ropas, papeles y demás enseres...
Son presencias inmóviles,
paredes, cuadros, sillas,
que ignoran que lo son,
pero a pesar de todo me acompañan.
Nadie sabe que yo
en las últimas horas de la tarde,
cierro los ojos
tumbado en un diván
con mi lápiz azul y mis cuartillas
y me pongo a escribir.
No son cartas ni lentos crucigramas,
no son cuentas ni nada parecido.
Son momentos que llegan y no evito
y escribo porque sí,
como el árbol da hojas
y la lluvia agua trae.
Escribo y al hacerlo me parece
que me monto en un tren
que atraviesa la noche
y me voy no sé a dónde
ni lo quiero saber.
Y aparecen palabras
como regalos dulces...
Se levantan escenas
de miradas y voces
que se acercan, sonríen,
invitándome a entrar.
Yo me acerco, las llamo,
y me dicen que sí,
que yo existo y que soy
importante también.
Unas manos me llevan
por estancias de plata,
por pasillos de ensueño
y por mares de luz.
Y aparece ese rostro,
aquel que admiro tanto,
tan distinto y tan único y...
que no puedo olvidar.
Esa parte de cielo
que me inspira estas cosas
y que a mí me parece
que son versos tal vez.
Y es que es un ángel como
los que son de verdad...
Es un ángel callado,
una nota de Dios
que da luz a mi alma
y que un día veré
sin tener que soñar
a solas en mi cuarto
al lado de una lámpara,
tumbado en un diván,
mientras sigue la casa
con sus muebles callados y sus plantas
y el viento de la noche
mueve y mueve el metal de las persianas.
Una tele encendida todavía
se oye lejos.
Ladra un perro
cuando un coche se marcha o se detiene...
Un reloj da las horas
y mis manos escriben en silencio
estos sueños de luna
con mi lápiz azul en las cuartillas...
Lápiz Azul.