Ella lo sabía
Se estaba haciendo mayor, muy mayor
Y nunca conoció el amor
Los años dejaban sobre su piel la impronta huella del tiempo
La costumbre era su conformidad,
Y la monotonía su modo de vida
Su marido nunca le dispenso la ternura y la delicadeza que su mente anhelaba
La aspiración de encontrar la grandeza del amor durmió para siempre olvidada en un rincón del alma
Dedicada a sus hijos, a su trabajo, desengañada de los hombres, no pensó nunca en encontrar en ellos cualquier otra sensación que no fuera el burdo deseo
Pero hoy Mari Carmen soñaba, y soñaba cuando sentía cada mañana en el autobús de las 8, posada en su nuca la mirada furtiva de aquel desconocido, que fotograma a fotograma le robaba su imagen
Algo había en aquellas miradas, algo químico y diferente, un mensaje quizás y una carga de preguntas, era una emoción que ella aunque distraída, intuía;
Ah! déjame soñar, no se sabrá nunca, nada cambiara en mi vida, pero sueño y sueño hoy con esa mirada, con la fantasía del roce fortuito de unas manos, con un amante que me escriba poesía, que me espere y me acerque al oído un -te quiero-, mirando juntos las estrellas
Déjame soñar destino, déjame pensar que existe, que al fin es EL
Engáñame destino,
Déjame vivir antes de morir