Un bronco aguacero cabalga sobre la playa
Un cielo desencajado y negro se desploma sobre el horizonte
Laminando destellos blancos sobre las almadrabas
El cielo comulga con la tierra y se conjugan sus aguas
en un espacio licuado común y perverso
El mar se abastece del espanto sideral, ruge y brinca despavorida
Enormes olas negras como manadas de turbios elefantes atacan una y otra vez los acantilados
La playa esta muerta, quien la viera apacible y bondadosa de guirnaldas y atardeceres
Con sus marinas jugando en la entreabierta pupila
Es la ira, la rebelión de la belleza, la turbia insensatez del fin del mundo
Vuela alto el caos, restos marinos y arenas se levantan en mutuo acuerdo en un manto de cristales cuya ventisca barre la costa
Yo espero empapado en la pobreza
Mirando que el cielo abra al fin sobre el manto de nubes
El sequito bondadoso de un ángel de luz