El mar es la soledad del alma
Donde la mirada se conjuga como dormida
Donde el horizonte es espera
Donde los sueños son frontera y dulce quietud
Por eso acudimos a el como bendito
A su oráculo de roca y arena, presagiando otra vida merecida
Hoy marcho de su linde y lloro sin poder en su arena
Volverá la rutina de una vida anodina
Volverá el irrelevante consuelo de los dias sin fundamento
Dejare la magia de esta isla, sus amaneceres de oro y su vegetal paisaje
Enterrare el recuerdo donde el atardecer termina
Y mi corazón se entristece y algo de lo más intimo de mí
Quedara para siempre en su arena