EL EXHIBICIONISTA
Cuando tenía unos 13 años, solía ir a la escuela sola y regresar de la misma manera a mi casa caminando. Solía utilizar siempre el mismo camino, ya se había hecho algo rutinario. Hasta que un día pasando por una calle un poco concurrida pero en un vecindario decente fue cuando lo vi. Allí estaba en la entrada de una puerta de garaje color negra, un joven de alrededor de 18 años de edad, alto, guapo, completamente desnudo, su pene en un estado de erección. La visón para mí fue un shock, no podía creerlo. Sentí como agua fría en el pecho. Mi corazón se aceleró y latía fuertemente en mi. Simplemente no podía dejar de ver esa escena. Me sentí muy asustada, pero también con mucha curiosidad. No podía quitar mis ojos de aquel pene excitado. No era la primera vez que veía a un hombre desnudo, pues al crecer entre cuatro hermanos varones es normal alguna vez verlos sin ropa. Pero nunca había visto algo así, algo con esa connotación sexual. No me sentí ofendida, ni agredida, pero si me sentí asustada y muy avergonzada como si fuera yo la que estuviera desnuda y no aquel muchacho, y al mismo tiempo con esa curiosidad despertada por la primera experiencia de saber cosas sexuales. Ver esa parte del cuerpo masculino, su firmeza, las venas saltando, el color casi púrpura del glande y el vello púbico dándole una belleza salvaje, se parecían mucho a las piernas rechonchas de mis muñecas que acababa de dejar hace poco. Él no me dijo nada y yo tampoco, simplemente pase y fui a casa. No se lo dije a nadie, ni a mis padres, ni a los maestros. Durante días tuve esa imagen en mi cabeza dándome vueltas y no pude sacarla. Me sentía culpable como si hubiera hecho algo malo pero también culpable porque me había gustado. Admito que me gustó ver, no se por qué, pero así fue, quizá lo mas sensato es haberse sentido ofendida, agraviada, indignada, ultrajada, y aunque si pude sentir esas cosas, se mezclaron con ese sentimiento de gusto que me causó y por eso me sentía culpable. A partir de ese momento cuando algún amigo y compañero de clase se acercaba a mí no podía dejar de mirar su bragueta discretamente y preguntarme como lo tendría. Así que pasó algún tiempo, y un día volvía a mi casa y estaba allí de nuevo, aquel joven desnudo, pero esta vez se masturbaba con frenesí. Pase deprisa porque yo sentí mucha vergüenza y pena. Llegué a casa reflexionando sobre el tema, preguntándome si habría sido de nuevo un accidente o si el chico lo hizo a propósito. Pero cómo alguien podía hacer eso a propósito, eso no era posible, me decía. Extraño ese tiempo de inocencia, de verdad. Al día siguiente vacilé un momento para pasar por esa calle y esa casa blanca con puertas negras, pero decidí seguir mi camino porque en aquellos días no sabía nada de parafilias sexuales y exhibicionistas. Estaba a pocos metros para pasar por esa casa, nadie estaba, de repente cuando ya estaba frente a ella, la puerta del garaje se abrió y volvió a estar el mismo joven, esta vez solo desnudo de la cintura para abajo y calzando unas sandalias para baño negras, y una camiseta blanca de cuello redondo y con el miembro endurecido. Dijo hola ¿cómo estás?, yo no supe qué hacer, simplemente no esperaba esa situación, vacilé un poco y dije bien gracias. ¿Cómo te llamas? él dijo. Le contesté, ¿por qué quiere saberlo?. Él dijo mmm..., sólo para conocerte. Mientras mis ojos se movían de su cara a su miembro, supe en ese momento que aquel muchacho lo hacía porque quería que yo viera. Le contesté me llamo Alejandra y seguí mi camino, él dijo espera quiero hablar contigo, me di la vuelta y le dije no puedo hablar contigo tengo que llegar a mi casa y me fui. Cuando llegué a casa fue cuando me di cuenta de que podría ser peligroso pero me avergonzaba hablar con mis padres o con un adulto. Al día siguiente le dije a mi mejor amiga Teresa, éramos amigas desde la escuela primaria y habíamos crecido juntas. Le conté que me había pasado ya tres veces y le rogué que no le dijera a nadie. Pero a la salida otras tres amigas ya sabían, las amigas de mi pandilla, siempre estábamos juntas, salíamos juntas al cine , a beber un café, a las fiestas, ibamos a la casa de cada una a comer o estudiar, éramos muy cercanas, nos llamábamos a nosotras mismas "las chicas malas", pero realmente de eso no teníamos nada.
Así que mis cuatro amigas me acompañaron de regreso a mi casa y pasamos por esa calle, a la distancia le pudimos ver. Él estaba parado allí en la entrada de su casa, desnudo y masturbándose, cuando estábamos delante de él, eyaculó y dejo salir la explosión de esperma, mis amigas gritaron y rieron como histéricas y corrimos tan rápido como nuestras piernas nos lo permitieron, así que llegamos a mi casa, riendo y gritando y llenas de exaltación, mientras nos comentábamos lo que acabábamos de ver. Mi amiga Teresa dijo toda acelerada, pero que feo es lo que los hombres tienen, es horrible. Otra dijo vieron lo que hacia y como se tocaba, no puedo creerlo, y una más, pero que asco la cosa blanca que le salió casi me cae encima. Estábamos tan histéricas y con el corazón acelerado que mi madre llegando a la sala nos pido que calláramos y decirnos que guardáramos nuestra compostura. Al día siguiente en la escuela platicamos entre nosotras lo que había pasado y algunas veces cuando solíamos salir, hablábamos de nuevo del tema, pero desde ese día no pasé por esa calle otra vez, tomé otra ruta aunque el camino era un poco más largo. Sin embargo debo admitir que esa experiencia me marcó, a partir de entonces, me gusta ver esa parte de la anatomía de los hombres, me causa mucho morbo y curiosidad. Desde luego no puedo aprobar esta conducta de los varones y mi conciencia me dice que es una agresión a nosotras las mujeres, pero a mi me causo esta reacción que he contado y no sé si a otras mujeres les haya pasado igual, pero a mi si. Algunas amigas dicen que son feos, la mayoría de las mujeres que conozco y con los que he hablado dicen que no les gusta el miembro viril. Pero a mi me gusta ver a un hombre desnudo. Es cierto, al igual que la cara de alguien que puede ser atractivo o no, así los penes, hay algunos atractivos y algunos muy feos, pero en general me encanta mirarlos. Creo que soy un poco voyeurista, pero ¿no es verdad que todas las parafilias comienzan con una experiencia que marca la vida?. También creo que soy un poco exhibicionista. Tal vez como aquel chico me mostraría, pero no me atrevo a exhibir mi cuerpo, es algo que nunca haría, creo que es por eso que muestro mis pies, me encanta mostrar mis pies, me gusta que me vean los pies. Hay hombres que lo hacen discretamente y otros no, cuando voy por la calle o estoy en algún lugar público. Así que yo puedo entender completamente el poder de una imagen y como ésta se graba en la mente y en el ser, una imagen que te acompaña todos los días de tu vida y no mengua sino sigue allí al parecer hasta que mueras.
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Cuando tenía unos 13 años, solía ir a la escuela sola y regresar de la misma manera a mi casa caminando. Solía utilizar siempre el mismo camino, ya se había hecho algo rutinario. Hasta que un día pasando por una calle un poco concurrida pero en un vecindario decente fue cuando lo vi. Allí estaba en la entrada de una puerta de garaje color negra, un joven de alrededor de 18 años de edad, alto, guapo, completamente desnudo, su pene en un estado de erección. La visón para mí fue un shock, no podía creerlo. Sentí como agua fría en el pecho. Mi corazón se aceleró y latía fuertemente en mi. Simplemente no podía dejar de ver esa escena. Me sentí muy asustada, pero también con mucha curiosidad. No podía quitar mis ojos de aquel pene excitado. No era la primera vez que veía a un hombre desnudo, pues al crecer entre cuatro hermanos varones es normal alguna vez verlos sin ropa. Pero nunca había visto algo así, algo con esa connotación sexual. No me sentí ofendida, ni agredida, pero si me sentí asustada y muy avergonzada como si fuera yo la que estuviera desnuda y no aquel muchacho, y al mismo tiempo con esa curiosidad despertada por la primera experiencia de saber cosas sexuales. Ver esa parte del cuerpo masculino, su firmeza, las venas saltando, el color casi púrpura del glande y el vello púbico dándole una belleza salvaje, se parecían mucho a las piernas rechonchas de mis muñecas que acababa de dejar hace poco. Él no me dijo nada y yo tampoco, simplemente pase y fui a casa. No se lo dije a nadie, ni a mis padres, ni a los maestros. Durante días tuve esa imagen en mi cabeza dándome vueltas y no pude sacarla. Me sentía culpable como si hubiera hecho algo malo pero también culpable porque me había gustado. Admito que me gustó ver, no se por qué, pero así fue, quizá lo mas sensato es haberse sentido ofendida, agraviada, indignada, ultrajada, y aunque si pude sentir esas cosas, se mezclaron con ese sentimiento de gusto que me causó y por eso me sentía culpable. A partir de ese momento cuando algún amigo y compañero de clase se acercaba a mí no podía dejar de mirar su bragueta discretamente y preguntarme como lo tendría. Así que pasó algún tiempo, y un día volvía a mi casa y estaba allí de nuevo, aquel joven desnudo, pero esta vez se masturbaba con frenesí. Pase deprisa porque yo sentí mucha vergüenza y pena. Llegué a casa reflexionando sobre el tema, preguntándome si habría sido de nuevo un accidente o si el chico lo hizo a propósito. Pero cómo alguien podía hacer eso a propósito, eso no era posible, me decía. Extraño ese tiempo de inocencia, de verdad. Al día siguiente vacilé un momento para pasar por esa calle y esa casa blanca con puertas negras, pero decidí seguir mi camino porque en aquellos días no sabía nada de parafilias sexuales y exhibicionistas. Estaba a pocos metros para pasar por esa casa, nadie estaba, de repente cuando ya estaba frente a ella, la puerta del garaje se abrió y volvió a estar el mismo joven, esta vez solo desnudo de la cintura para abajo y calzando unas sandalias para baño negras, y una camiseta blanca de cuello redondo y con el miembro endurecido. Dijo hola ¿cómo estás?, yo no supe qué hacer, simplemente no esperaba esa situación, vacilé un poco y dije bien gracias. ¿Cómo te llamas? él dijo. Le contesté, ¿por qué quiere saberlo?. Él dijo mmm..., sólo para conocerte. Mientras mis ojos se movían de su cara a su miembro, supe en ese momento que aquel muchacho lo hacía porque quería que yo viera. Le contesté me llamo Alejandra y seguí mi camino, él dijo espera quiero hablar contigo, me di la vuelta y le dije no puedo hablar contigo tengo que llegar a mi casa y me fui. Cuando llegué a casa fue cuando me di cuenta de que podría ser peligroso pero me avergonzaba hablar con mis padres o con un adulto. Al día siguiente le dije a mi mejor amiga Teresa, éramos amigas desde la escuela primaria y habíamos crecido juntas. Le conté que me había pasado ya tres veces y le rogué que no le dijera a nadie. Pero a la salida otras tres amigas ya sabían, las amigas de mi pandilla, siempre estábamos juntas, salíamos juntas al cine , a beber un café, a las fiestas, ibamos a la casa de cada una a comer o estudiar, éramos muy cercanas, nos llamábamos a nosotras mismas "las chicas malas", pero realmente de eso no teníamos nada.
Así que mis cuatro amigas me acompañaron de regreso a mi casa y pasamos por esa calle, a la distancia le pudimos ver. Él estaba parado allí en la entrada de su casa, desnudo y masturbándose, cuando estábamos delante de él, eyaculó y dejo salir la explosión de esperma, mis amigas gritaron y rieron como histéricas y corrimos tan rápido como nuestras piernas nos lo permitieron, así que llegamos a mi casa, riendo y gritando y llenas de exaltación, mientras nos comentábamos lo que acabábamos de ver. Mi amiga Teresa dijo toda acelerada, pero que feo es lo que los hombres tienen, es horrible. Otra dijo vieron lo que hacia y como se tocaba, no puedo creerlo, y una más, pero que asco la cosa blanca que le salió casi me cae encima. Estábamos tan histéricas y con el corazón acelerado que mi madre llegando a la sala nos pido que calláramos y decirnos que guardáramos nuestra compostura. Al día siguiente en la escuela platicamos entre nosotras lo que había pasado y algunas veces cuando solíamos salir, hablábamos de nuevo del tema, pero desde ese día no pasé por esa calle otra vez, tomé otra ruta aunque el camino era un poco más largo. Sin embargo debo admitir que esa experiencia me marcó, a partir de entonces, me gusta ver esa parte de la anatomía de los hombres, me causa mucho morbo y curiosidad. Desde luego no puedo aprobar esta conducta de los varones y mi conciencia me dice que es una agresión a nosotras las mujeres, pero a mi me causo esta reacción que he contado y no sé si a otras mujeres les haya pasado igual, pero a mi si. Algunas amigas dicen que son feos, la mayoría de las mujeres que conozco y con los que he hablado dicen que no les gusta el miembro viril. Pero a mi me gusta ver a un hombre desnudo. Es cierto, al igual que la cara de alguien que puede ser atractivo o no, así los penes, hay algunos atractivos y algunos muy feos, pero en general me encanta mirarlos. Creo que soy un poco voyeurista, pero ¿no es verdad que todas las parafilias comienzan con una experiencia que marca la vida?. También creo que soy un poco exhibicionista. Tal vez como aquel chico me mostraría, pero no me atrevo a exhibir mi cuerpo, es algo que nunca haría, creo que es por eso que muestro mis pies, me encanta mostrar mis pies, me gusta que me vean los pies. Hay hombres que lo hacen discretamente y otros no, cuando voy por la calle o estoy en algún lugar público. Así que yo puedo entender completamente el poder de una imagen y como ésta se graba en la mente y en el ser, una imagen que te acompaña todos los días de tu vida y no mengua sino sigue allí al parecer hasta que mueras.
Hola alejandra,
Una historia extraordinaria y muy bien redactada!
No eres la unica con esa curiosidad de mostrarte y de ver a las personas desnudas mostrandose
Soy hombre y tambien tengo esa curiosidad y me excita mucho pensar en exhibirme o masturbarme en publico, pero no he tenido el valor
Tambien me gustaria un dia toparme con una mujer masturandose en publico y mirar hasta que llegue al extasis
Hace mucho tiempo logre salir un dia de casa e ir al parque o bosque mas cercano, verificando que no hubiera nadie que me pudiera ver y a las 3AM me masturbe al aire libre, al resguardo de unos arboles.Fue la experiencia mas excitante y eyacule muchisimo pensando en que alguna mujer podria verme masturbandome en cualquier momento, aunque eso nunca paso.
Te propongo algo, que te parece si tu y yo nos contactamos via webcam, prendemos la camara y seguimos la rutina de nuestra vida diaria, sin importar si nos metemos a dar una ducha o si estamos desnudos, y si dan ganas podemos masturbarnos. Asi podriamos cumplir nuestras fantasias de vouyerismo y de exhibicionismo sin temerle a nada.
No me importa tanto como luces, pero me encataria tener una experiencia en donde me veas eyaculando y yo pueda verte con normalidad
Seria como un dia cotidiano pero si tapujos.
Que opinas?, contactame a mi correo electronico o contesta este post
E-MAIL: julian-solo-25@outlook.com
Cuando tenía unos 13 años, solía ir a la escuela sola y regresar de la misma manera a mi casa caminando. Solía utilizar siempre el mismo camino, ya se había hecho algo rutinario. Hasta que un día pasando por una calle un poco concurrida pero en un vecindario decente fue cuando lo vi. Allí estaba en la entrada de una puerta de garaje color negra, un joven de alrededor de 18 años de edad, alto, guapo, completamente desnudo, su pene en un estado de erección. La visón para mí fue un shock, no podía creerlo. Sentí como agua fría en el pecho. Mi corazón se aceleró y latía fuertemente en mi. Simplemente no podía dejar de ver esa escena. Me sentí muy asustada, pero también con mucha curiosidad. No podía quitar mis ojos de aquel pene excitado. No era la primera vez que veía a un hombre desnudo, pues al crecer entre cuatro hermanos varones es normal alguna vez verlos sin ropa. Pero nunca había visto algo así, algo con esa connotación sexual. No me sentí ofendida, ni agredida, pero si me sentí asustada y muy avergonzada como si fuera yo la que estuviera desnuda y no aquel muchacho, y al mismo tiempo con esa curiosidad despertada por la primera experiencia de saber cosas sexuales. Ver esa parte del cuerpo masculino, su firmeza, las venas saltando, el color casi púrpura del glande y el vello púbico dándole una belleza salvaje, se parecían mucho a las piernas rechonchas de mis muñecas que acababa de dejar hace poco. Él no me dijo nada y yo tampoco, simplemente pase y fui a casa. No se lo dije a nadie, ni a mis padres, ni a los maestros. Durante días tuve esa imagen en mi cabeza dándome vueltas y no pude sacarla. Me sentía culpable como si hubiera hecho algo malo pero también culpable porque me había gustado. Admito que me gustó ver, no se por qué, pero así fue, quizá lo mas sensato es haberse sentido ofendida, agraviada, indignada, ultrajada, y aunque si pude sentir esas cosas, se mezclaron con ese sentimiento de gusto que me causó y por eso me sentía culpable. A partir de ese momento cuando algún amigo y compañero de clase se acercaba a mí no podía dejar de mirar su bragueta discretamente y preguntarme como lo tendría. Así que pasó algún tiempo, y un día volvía a mi casa y estaba allí de nuevo, aquel joven desnudo, pero esta vez se masturbaba con frenesí. Pase deprisa porque yo sentí mucha vergüenza y pena. Llegué a casa reflexionando sobre el tema, preguntándome si habría sido de nuevo un accidente o si el chico lo hizo a propósito. Pero cómo alguien podía hacer eso a propósito, eso no era posible, me decía. Extraño ese tiempo de inocencia, de verdad. Al día siguiente vacilé un momento para pasar por esa calle y esa casa blanca con puertas negras, pero decidí seguir mi camino porque en aquellos días no sabía nada de parafilias sexuales y exhibicionistas. Estaba a pocos metros para pasar por esa casa, nadie estaba, de repente cuando ya estaba frente a ella, la puerta del garaje se abrió y volvió a estar el mismo joven, esta vez solo desnudo de la cintura para abajo y calzando unas sandalias para baño negras, y una camiseta blanca de cuello redondo y con el miembro endurecido. Dijo hola ¿cómo estás?, yo no supe qué hacer, simplemente no esperaba esa situación, vacilé un poco y dije bien gracias. ¿Cómo te llamas? él dijo. Le contesté, ¿por qué quiere saberlo?. Él dijo mmm..., sólo para conocerte. Mientras mis ojos se movían de su cara a su miembro, supe en ese momento que aquel muchacho lo hacía porque quería que yo viera. Le contesté me llamo Alejandra y seguí mi camino, él dijo espera quiero hablar contigo, me di la vuelta y le dije no puedo hablar contigo tengo que llegar a mi casa y me fui. Cuando llegué a casa fue cuando me di cuenta de que podría ser peligroso pero me avergonzaba hablar con mis padres o con un adulto. Al día siguiente le dije a mi mejor amiga Teresa, éramos amigas desde la escuela primaria y habíamos crecido juntas. Le conté que me había pasado ya tres veces y le rogué que no le dijera a nadie. Pero a la salida otras tres amigas ya sabían, las amigas de mi pandilla, siempre estábamos juntas, salíamos juntas al cine , a beber un café, a las fiestas, ibamos a la casa de cada una a comer o estudiar, éramos muy cercanas, nos llamábamos a nosotras mismas "las chicas malas", pero realmente de eso no teníamos nada.
Así que mis cuatro amigas me acompañaron de regreso a mi casa y pasamos por esa calle, a la distancia le pudimos ver. Él estaba parado allí en la entrada de su casa, desnudo y masturbándose, cuando estábamos delante de él, eyaculó y dejo salir la explosión de esperma, mis amigas gritaron y rieron como histéricas y corrimos tan rápido como nuestras piernas nos lo permitieron, así que llegamos a mi casa, riendo y gritando y llenas de exaltación, mientras nos comentábamos lo que acabábamos de ver. Mi amiga Teresa dijo toda acelerada, pero que feo es lo que los hombres tienen, es horrible. Otra dijo vieron lo que hacia y como se tocaba, no puedo creerlo, y una más, pero que asco la cosa blanca que le salió casi me cae encima. Estábamos tan histéricas y con el corazón acelerado que mi madre llegando a la sala nos pido que calláramos y decirnos que guardáramos nuestra compostura. Al día siguiente en la escuela platicamos entre nosotras lo que había pasado y algunas veces cuando solíamos salir, hablábamos de nuevo del tema, pero desde ese día no pasé por esa calle otra vez, tomé otra ruta aunque el camino era un poco más largo. Sin embargo debo admitir que esa experiencia me marcó, a partir de entonces, me gusta ver esa parte de la anatomía de los hombres, me causa mucho morbo y curiosidad. Desde luego no puedo aprobar esta conducta de los varones y mi conciencia me dice que es una agresión a nosotras las mujeres, pero a mi me causo esta reacción que he contado y no sé si a otras mujeres les haya pasado igual, pero a mi si. Algunas amigas dicen que son feos, la mayoría de las mujeres que conozco y con los que he hablado dicen que no les gusta el miembro viril. Pero a mi me gusta ver a un hombre desnudo. Es cierto, al igual que la cara de alguien que puede ser atractivo o no, así los penes, hay algunos atractivos y algunos muy feos, pero en general me encanta mirarlos. Creo que soy un poco voyeurista, pero ¿no es verdad que todas las parafilias comienzan con una experiencia que marca la vida?. También creo que soy un poco exhibicionista. Tal vez como aquel chico me mostraría, pero no me atrevo a exhibir mi cuerpo, es algo que nunca haría, creo que es por eso que muestro mis pies, me encanta mostrar mis pies, me gusta que me vean los pies. Hay hombres que lo hacen discretamente y otros no, cuando voy por la calle o estoy en algún lugar público. Así que yo puedo entender completamente el poder de una imagen y como ésta se graba en la mente y en el ser, una imagen que te acompaña todos los días de tu vida y no mengua sino sigue allí al parecer hasta que mueras.
Pues a mi me gusta andar desnudo en mi casa y con las cortinas abiertas, algunas vecinas me han visto y se hacen las majes, otras no les interesa ver y una que otra vuelve a ver y hasta alguna sonrisa compar!@#*!s. Es rico...