EL PATIO
Patio de mi adolescencia que hoy te miro desde el declive de los dias pasados,
estas abandonado como la memoria que aún conservas, todo en ti me recuerda dias claros, la desbordante frescura de un niño que creció contigo, dias solariegos contaminados de ilusión donde jugábamos a descubrir el mundo.
Estas piedras esculpidas por el agua, tapadas hoy por la hojarasca del tiempo que un buen día en bicicleta, las trajimos con esfuerzo de aquel río lejano y surtidor,
con mi tía Conchi liderando la raffia
con ellas limitamos parterres y minúsculos jardines que eran islas enemigas en los juegos con mi hermano, donde soldados de plástico de pintura desconchada
se apostaban y defendían, en una confrontación imaginaria de corsarios.
Aún hoy aparecen lirios en el abandono, esquejes tenaces de aquellos otros
que serian en aquellos luminosos dias, el camuflaje perfecto para la batalla.
Recuerdo construir con cuatro tablas, el recinto de los sueños, la cabaña de los indios o el fuerte de caballería, el pensamiento ponía el resto, el ruido de fusiles en la boca,
y los soldados imaginarios en la defensa, hasta de la copa de un árbol hice abrigo y vigía, y en el secreto de su sombra aposte el escondite mas perfecto de una espada de madera fabricada con esmero por mi abuelo
Recuerdo aquel ruido de las maquinas de un taller cercano con su eterno martilleo que inundaba el aire en las horas de trabajo
Había en el patio árboles frutales y almendros, un melocotonero y un ciruelo de ciruelas rojas como sangre
Dos pinos que los vi crecer conmigo, y que hoy escapan por el tejado en busca de un sol mas limpio, y del propio infinito
Adelfas y un níspero, un membrillero de frutos amarillos, a los que me gustaba sacar brillo de espejo, y limpiar su vello, para que antes de comer sirviera por unos meses al menos, de exótica decoración olorosa.
Tambien una higuera que abastecía a la familia de unas dulces brevas de Septiembre, con su sus gotas de leche y miel irritando las manos al cogerlas
Y muchos rosales, rosales trepadores injertados y cuidados, de rosas como puños, que yo siempre me resistía a cortar
Era el patio de mi abuelo jardinero
Donde en las entradas tardes de verano, mi tía aliviaba la aridez de las horas de sol, con una manguera generosa, y aquel patio nos devolvía agradecido un uní potente olor a tierra mojada que aun hoy percibo como entrelazada sensación entre la memoria y el olfato.
Tambien recuerdo con fijación nostálgica el rumor de la feria, que el aire de Septiembre transportaba en mariposas hasta sus muros, era tanta la paz y concordancia del lugar que hasta una tortuga habitaba su vergel, y los pájaros vestían de nidos las ramas limpias de sus árboles
Hoy todo es desolación y abandono, sus principales protagonistas ya se fueron, y quedamos otros siguientes portadores de la memoria, ya cada uno tomo su destino, y el patio quedo huérfano de miradas, risas y juegos, sus paredes desconchadas hablan de otro tiempo
Y ya. al fin otro día habrá, quizás tambien de primavera, otros pájaros imitaran el canto eterno del sol, y vendrán las maquinas con sus herramientas y oficios, derribaran sus muros, y barrerán el vestigio mas absoluto de esta vida, de este patio, de sus habitantes y sueños, de los hombres y mujeres que alguna vez se sentaron en sus sombras y depositaron en el sus pensamientos, hombres y mujeres, que jugaron con el sol en las pupilas, con la complicidad de sus ramas
El patio que me vio crecer
Algo mió siempre quedara prisionero y morirá con el
Por que desde su infinito, miraba al cielo y pensaba con la inquietud de un niño,
como seria la vida después.
Visita al hogar cerrado 02.06.07