Amarte es como un dulce pecado,
Que me quema los labios cuando digo su nombre,
Que me destroza y me hace suyo al mirarlo,
Por que encierras en tus ojos la luz de dos soles,
Y la impotencia de sentirme enamorado.
Que privilegio tan grande me dio la vida,
Que tentador misterio guardó dios en tu sonrisa,
Cuando diste luz al mundo aquel día,
Que tu presencia apareció en el camino que recorrería,
Y como un cofre ocultó tu delicada maravilla,
En el inmenso placer de decirte que tuya es mi vida.
Eres el pecado,
La penitencia y la salvación,
Las notas de una bella canción,
Que entonan los ángeles,
Y que suplican los pobres de amor como yo,
Que te miran cual virgen divina,
Y te veneran con el alma y el corazón.
Vendito sea el pecado de amarte,
Vendita sea la gracia de besarte,
Y bendita seas tú mi diosa,
Así como el privilegio de amarte.