La hoja ingrávida de un castaño
Vacilante voló hasta mí,
La cogí por su seco tallo y la blandí
Opaca entre mis dedos, para luego,
Como pañuelo de despedida, Dejar escapar de nuevo, la vi. como se alejaba
Montada en su carrusel de vientos.
¡Hoja por mi liberada!, vida que fuiste en primavera
Cuando tu verde frescor auguraba
La vida de un niño al jugar,
Hoy marrón y quebradiza, tu rama no te quiso más,
Huyes sin ser ya nada hasta el rincón póstumo
De tu ignorada existencia.
Así, al igual, nuestras vidas concluyen su tiempo,
Para luego, como hoja seca, ser arrastrada
Por los gélidos vientos del olvido.