Hoy escribo estos versos para mí,
para decir las cosas que me quedan
en esta habitación junto a mis libros,
en este cuarto mío donde suenan
rachas de viento a veces
o el reloj de pared marcando el tiempo.
Lleno estoy de cuartillas,
escribiendo y midiendo mis palabras
para que suenen siempre cadenciosas
como una suave música de fondo
o el vaivén de las olas en el mar.
Estoy solo en mi casa con mis muebles,
tumbado en un sofá junto a una lámpara
en este mismo sitio donde siempre
han nacido mis versos y mis notas.
Hoy escribo mis versos para mí.
Son versos de once sílabas sin rima.
Sólo ritmo y cadencia, mientras pasan
lentas las horas que se van sin mí.
Yo estoy quieto y varado sin saber
el por qué no me voy o a quién espero
mirando a la ventana o a la puerta
como si todo el mundo
fueran estas paredes donde vivo.
En invierno una estufa me acompaña.
Libros, apuntes, clases. Luego el piano.
Tocar aquí y allá, volver a casa
y escuchar el reloj en la pared.
Tengo un cuarto con plantas de interior
y hay sándalo también en mi ventana.
Hay floreros y encima de una mesa
un frutero con peras y manzanas
da perfume a la casa.
Hay cuadros adornando las paredes.
Hay alfombras, espejos, librerías.
Una casa normal como otras tantas
donde en vez de haber niños, hay un piano
que alegra mis rincones cuando toco.
Hoy escribo estos versos sin la musa
que movía mis manos, de esta forma
natural y sencilla que me gusta
lo mismo que el reloj, golpe tras golpe
o el viento racheando en los cristales
sin nada que decir, como las horas
que se suceden y se van sin mí.
Me acompañan de cerca las palabras.
Yo las cojo, las pongo, las troceo,
les doy forma y con ellas yo me marcho
a otros mundos de luz y fantasía
muy lejos de este cuarto silencioso...
... Esta celda de monje en que yo vivo
donde nacen, ya veis, estos escritos
que unas veces coloco en este foro,
otras guardo en cuadernos
y otras, las más, querría...
que alguien que llevo dentro
los leyera despacio como en tiempos
y sus ojos, su voz, los convirtieran
en versos de verdad...