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LA CÁRCEL

A
alexandretta1
23/9/17 a las 18:59

Recuerdo que era el 23 de diciembre un día antes de noche buena. Ese día me había metido a bañar y me arreglé con un vestido azul marino de terciopelo que me regalaron mis papás por las fiestas navideñas. No sabia si combinarlo con medías negras o blancas, al fin me decidí por las blancas y estrené unos zapatos negros de charol de tacón bajo. Peiné mi cabello y me puse una diadema. Use mi perfume que solo solía usar en eventos importantes, regalo de mi papá, decidí llevar un abrigo negro de lana de botones grandes y mi bolsa negra. Tenia 15 años y cursaba el primer año de preparatoria. Ese día con motivo de la navidad mi papá nos iba a llevar a cenar y al día siguiente sería la cena en nuestro hogar y en familia para recibir al niño Dios. Eran al rededor de las 7 de la noche y para pasar el tiempo puse un disco de rock and roll en español, de esos de acetato negro, aquel que llamaban LP (acrónimo de Long Play). Comenzó a sonar por las bocinas del tocadiscos la canción "Creo estar soñando" de los Hermanos Carreón. Me gustaba tanto esa canción que decidí ponerla de nuevo y otra vez. De pronto mi madre me dijo- no llega tu papá, quedo que pasaba por nosotros a las 6 y ya son casi 7.30, estoy un poco preocupada. Mi mamá tomó el teléfono y habló a la oficina de papá pero nadie contestó, mis hermanos mientras estaban en el comedor sentados hablando entre ellos ya listos y arreglados para la cena en algún restaurante que seguramente mi padre ya había elegido. A las ocho de la noche sonó el timbre de la casa, mi madre alarmada bajo enseguida para ver quien era. No se por qué pero mi corazón se lleno de desazón y se poso una nube negra en él, algo no iba bien, lo sentí y me llene de temor. Al abrir entró el subgerente de la sucursal bancaría donde trabajaba mi papá, era también su amigo. Mi papá le había pedido que dejara su trabajo en el banco que estaba y se fuera a ayudarlo a él. Mi papá era el gerente pero quería alguien de confianza que lo apoyara. Le decían el santito, porque era una persona muy apacible, muy simpática y muy seria en una palabra muy flemática, tanto que decían que parecía sacerdote. A mi me caía muy bien. Llegó acompañado de su esposa una señora muy parlanchina y algo regordeta, pero muy buena persona también. En ese momento supe que algo había pasado, algo malo y mis ojos se llenaron de lágrimas y se me desencajo el rictus, mis hermanos se levantaron de la mesa y se acercaron a la sala también. Entraron y le dijeron a mamá buenas noches señora le traemos malas noticias, a su esposo lo detuvieron. Mi mamá se puso blanca y dijo con un hilo de voz cómo que lo detuvieron. El santito le dijo es que salimos de la oficina, yo me dirigí a mi auto y su esposo al suyo, estaba abriendo la puerta cuando llegaron unos agentes de la policía y le mostraron una orden de presentación ante el ministerio público y le pidieron que los acompañara, al ver eso yo me acerque y preguntamos a que se debía pero dijeron que en la agencia nos informarían. Su esposo me pidió que lo acompañara y así lo hice, nos subimos a la patrulla y llegamos a la agencia, yo me quede afuera donde espera la gente porque no me dejaron pasar. Después salió su esposo y me dijo que por favor viniera a avisarles, porque le habían informado que lo habían detenido y que estaba sujeto a investigación por 72 horas, así que regresé, viene por mi esposa y venimos a avisarles, porque no nos dejaron usar el teléfono de la agencia. Mi hermanito menor se puso a llorar yo lo tomé entre mis brazos y lo abracé muy fuerte, y en el oído le repetía bajito ya pequeñito no llores todo va estar bien. El santito y su esposa se despidieron de nosotros consternados y nos indicaron la dirección de la agencia donde papá estaba. Mi madre le habló a los tíos de mi papá y llegaron lo mas rápido que pudieron y fuimos todos en los autos a aquella agencia. Cuando llegamos nos informaron que a mi papá lo habían trasladado a la ciudad capital del estado dónde vivíamos. La capital estaba a 30 minutos en carretera de la ciudad dónde vivíamos y par!@#*!s para allá. Al llegar fue ir de una agencia otra en su busca. Los que nos atendían lo hacían de mala gana y de forma grosera y hasta que se les ocurría llegaban para informarnos que no estaba ahí detenido mi padre, que tal vez estaba en la agencia fulana. Fue un ir y venir esa noche llenos de angustia, mientras yo rezaba en mi interior y le pedía a Dios que cuidara a papito y nos ayudara a encontrarlo. Al fin llegamos a una agencia ministerial donde nos informaron que efectivamente mi papá había estado ahí, pero que estaba acusado de delitos federales y por tanto había sido trasladado a la capital del país. Al escuchar esto me sentí morir. Mi madre lloraba mientras nuestro familiares la abrazaban y mis hermanos y yo nos abrazamos entre nosotros. Regresamos a casa porque por ahora no se podía hacer algo mas. Esa noche lloré y lloré hasta que el cansancio me venció y me quede dormida. Al otro día mi mamá les pidió a los familiares de mi papá que la llevaran a la ciudad de México, para buscar a papá pero ellos le comentaron que era mejor esperar (esto debido a que la capital tiene 20 000 000 de habitantes y es una ciudad enorme) porque buscarlo ahí sería casi imposible. Tal vez tenían razón o tal vez no querían pasar ese día ocupados en tales diligencias cuando esperaban la cena de navidad. Mi madre partió acompañada de mi hermano mayor a la ciudad de México en camión, debido a que el automóvil de papá se había quedado estacionado en su trabajo y el era quien tenia las llaves, además de que unos meses antes se había perdido el duplicado y por otro mi mamá aunque manejaba no lo hacia muy bien y mi hermano mayor apenas estaba aprendiendo. Yo me quedé en casa con el segundo hermano mayor y mis dos hermanitos menores, el mas chico un bebé de brazos todavía. Ese día regresaron muy tarde. Mi hermano y ella estuvieron buscándolo pero no lo encontraron, así que tuvieron que regresar. Tomaron el autobús de las 12:00 de la madrugada y llegaron a casa muy tarde, derrotados y sin éxito. El día 25 de diciembre fue un día muy triste, reinaba en nuestro hogar el silencio y la tristeza. Mi mamá estaba muy angustiada por no saber nada de papá. Al fin pasó el día 25, mi mamá le había hablado a sus papás para que la ayudaran, mi abuelo la iba a llevar a la ciudad de México pues el si manejaba muy bien, pero también venían de otro estado en camino, así que teníamos que ser pacientes. Al fin como a las 11:30 am sonó el claxon del auto del abuelo, todos nos pusimos muy felices. Mi mamá abrió apresurada y entraron a casa los abuelos, que consuelo sentí cuando los abrace, y me puse a llorar en sus brazos, mientras el abuelo y la abuela me abrazaban y me decían ya chiquita no llores. Estábamos en eso cuando sonó el teléfono, mi mamá se quedo petrificada por unos instantes y todos nos quedamos viéndonos unos a otros, mi mamá reaccionó y descolgó y dijo ¿bueno?, de pronto se quedo blanca y todos en expectación y ansiosos queríamos saber que pasaba, mi mamá decía ¿estás bien?, ¿dónde estas?, al fin colgó y dijo, era él, me dijo que ya lo trasladaron al reclusorio y que le dictaron formal prisión. Aunque la noticia no fue buena llegó el sosiego porque por fin sabíamos donde estaba y al menos sabíamos que estaba bien. Mi madre nos dijo, su papá me dijo que lo detuvieron por fraude bancario y otros delitos. Ese mismo día mi abuelo partió con mamá y mi hermano mayor a la capital del país. Yo me quedé en casa con mis otros tres hermanos y la abuela. Regresaron hasta el día siguiente ya muy tarde, mi mamá mas feliz porque la habían dejado platicar con papá unos instantes en una sección del reclusorio que se llama locutorios, esa parte en que en las películas el visitante y el recluso están separados por un cristal y hablan por teléfono, aunque aquí no había teléfono sino una serie de perforaciones en el plexiglas. Le había contado lo que había pasado, estaba detenido porque en el banco en que trabajaba había un fraude de una empresa constructora y eran muchos los millones en dinero que estaban en juego y mi padre había firmado dos créditos a esta compañía. 
Los delitos que recuerdo eran fraude en perjuicio de una institución financiera del estado, peculado y asociación delictuosa todos ellos delitos federales. Ese mismo día mi abuelo en compañía de un tío del lado de la familia de mi papá  que vivía en la capital del país buscaron abogado y lo contrataron. Y así se inicio una etapa de mi vida muy difícil y que le dio un giro total a mi existencia, se acabo la vida apacible que hasta entonces había llevado, por primera vez la vida me golpeaba y fue tan brutal su golpe que me dobló de dolor y tuve que beber la copa amarga que se puso sobre mi mesa. Se acabo la niñez, se acabo la inocencia, bienvenida Alejandra al mundo real, al mundo de dolor, al mundo de maldad.

 

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