Una mosca me persigue
insistente y sin descanso
y me está irritando tanto
consiguiendo me atosigue;
dando vueltas sigue y sigue.
Estoy pensando en matarla,
¿no será mejor quemarla?,
el dilema es importante,
me colocaré mi guante
para no sentir tocarla.
Sin embargo yo he pensado
que quizá útil me fuera,
pues me siento muy rastrera
al haberlo imaginado,
pobre mosca, que a mi lado
siempre la tengo constante,
no me deja, fiel amante,
y encima me hace cosquillas
al posarse en mis costillas
y seguir siempre adelante.
Asi que la he perdonado,
haré un pastel exquisito,
al que a la mosca yo invito;
la posaré con cuidado,
un moscón pondré a su lado
para a la mosca calmar,
y con el placer de amar,
envueltos en el pastel,
tendrán su luna de miel
y a mi me podrá olvidar.
Sofía.