Vino de nuevo entonces,
La sensación de amarte
Otra vez
Sentía de cerca tu mirada de luna y espejos
Cercándome el corazón en un deseo
Tu nuca pensativa y profunda
Jugaba con el candor de mis labios,
Y entre palabras de silencios
Se abrasaba nuestra piel
Tu imagen
Inundo luciérnaga, la soledad de mi alma
Los pájaros, emocionados,
Idolatraban de pura alegría, su regocijo
Por mi piel resbalaba tu piel que atesoraba mis caricias
Y temblando, sentí tan libre mi alma
Como una devoción de ansiedad y miedo
Tus manos, acogí
Como pañuelos blancos que elevan al viento su pureza,
Por un camino que se abría torrente y frondoso
Caminamos hacia la eternidad
Donde nace la luz,
Donde la mar adormece la claridad en tus ojos