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Mi Antigua y Lejana Niñez

Última respuesta: 18 de septiembre de 2017 a las 3:12
A
alexandretta1
15/9/17 a las 20:05

Cuando era niña todo era más fácil y yo era feliz. Lo que mas me gustaba era sentir el sol en mi cara y el aire fresco cuando soplaba, las tardes de lluvia, ese aroma de humedad que trae consigo el viento antes de la lluvia. Escuchar el monótono ruido de las gotas de agua golpeando las ventanas. Ver los ríos de agua que se forman a los lados de las banquetas y corren a las bocas de tormenta y observar a las personas que presurosas caminaban bajo ella. El día que más me gustaba era el sábado, quizá porque era el día de "no escuela" y quedaba un día mas de descanso aún. Quizá porque era el día que mas tiempo pasaba con mi madre. La acompañaba las tardes de sábado al mercado. Yo agarrada de su mano entre ese mar de gente. Unas buscando mercancías, otras ofreciéndolas. Aquellos olores de la vendimias que se vendían y a veces esos malos olores de la comida descompuesta. Los gritos de los marchantes y a veces los tumultos de gente que terminaban apretándome. Mi madre me decía no te sueltes y me apretaba la mano. La ayudaba a cargar las bolsas llenas del recaudo que hacia para el cuidado de su familia. Y después venia la parte que mas me gustaba, cuando me compraba una golosina en la tienda de abarrotes, quizá un refresco sabor grosella o de sangría y a veces aquel cuento en el puesto de revistas. Regresábamos como a las 7 de la noche y yo corría a la televisión para ver ese programa de cosas increíbles que suceden en el mundo, conducido por el actor Jack Palace, y su famosa frase "Aunque usted no lo crea". Siempre fui muy tímida, tímida en exceso, no me gustaba estar entre las personas y me daba mucha pena hablar. Recuerdo con mucho cariño las tardes de comida del sábado antes de ir al mercado. Las pláticas en la mesa y los platillos especiales que hacia mi madre porque era sábado y en mi casa y mientras viví allí el sábado era el día de comer algo especial. Con todos reunidos, especialmente con mi padre que ese día comía con nosotros, después de no hacerlo durante la semana.
Qué no me gustaba de niña. Las noches cuando al dormir abría los ojos y estaba envuelta en la oscuridad y veían formas entre ella que en esa época eran tan reales y que solo los niños ven, mientras mis manos sudorosas aferraban fuertemente a mi pecho el Topo Gigo que mi madre me había regalado, que a su vez era regalo de mi padre para ella cuando eran novios. Ese Topo Gigo que tanto amé, que cuidé, que lo bañé y lo peiné. Mi compañero inseparable que siempre estuvo allí. El Topo Gigo que se le terminó rompiendo su pie y que ni mi padre pudo arreglar a pesar de que él siempre tenia la solución para todo. Como lloré por esa desgracia de mi amiguito mutilado, sombras de que en la vida nada es perfecto y a veces se tiene que sufrir y nuestro querer puede tan poco y solo hay resignación al suceso. No me gustaba el lunes porque era el primer día de una semana que en la niñez es tan larga y cuando se es adulto es tan corta. Yo crecí en el seno de una familia de cinco hermanos, yo era la de en medio. La única mujer y la sándwich de la familia. No me gustaba que mis dos hermanos mayores no me dejaran jugar con ellos con el dicho de era vieja y las viejas son chillonas y yo les decía llena de valor yo no soy chillona hasta que después de tanto ser rechazada terminaba llorando y confirmando que las viejas eran chillonas.
Algunas veces soñaba en mi hogar y que yo sería una madre cariñosa, eso si, solo iba a tener hijas, porque los niños son feos y las niñas hermosas. Mi esposo seria guapo, galán, un príncipe amable y seriamos felices en nuestro hogar. Otras veces soñaba en tierras lejanas donde era la princesa que tenía que ser recatada por el heroico príncipe que terminaba poniéndome a salvo de tan peligrosas aventuras. Otras tantas una exploradora en junglas inaccesibles y llenas de peligros. Otras tantas veces en doctora que cuidaba y sanaba a los niños pobres del mundo. Otras mas en la veterinaria que cuidaría a los animalitos. Como extraño esos días, aquellas canciones lejanas de mi infancia, del payaso Cepillín que me divertía y me llenaba de emoción, del chapulín colorado y el chavo del 8. Recuerdo aquella canción "I just call to say I love you", como me gustaba esa canción y llenaba mi corazón aun infantil pero a punto de entrar a la pubertad y comenzar a fijarse en los chicos que hasta ahora me habían sido tan indiferentes, bichos raros y groseros. Fui una niña feliz, afortunada y bendecida por Dios por haber tenido un hogar y una familia estable, unida. Unos padres maravillosos que en esa época lo eran todo para mi y que lo siguen siendo. Unos padres que en esa época eran sabios y me protegían, ellos podían todo y que ahora los veo llenos de canas, cansados de la vida pero que siguen siendo ejemplo de rectitud. Tantos sucesos pasan en la historia de vida de las personas, historias anónimas que solo Dios sabe. Cada creatura tiene su historia llena de emociones, alegrías, sin sabores y lágrimas. Y yo ya en la madurez de mi existencia aun espero el futuro con la misma emoción de cuando fui niña. Amo la vida, amo la historia que he tenido. Amo esos sucesos que he vivido y que son parte de mi. Pero la niñez es blanca, la niñez es sencilla, al menos lo fue para mi.

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J
jenica_7065057
17/9/17 a las 8:51
En respuesta a alexandretta1

Cuando era niña todo era más fácil y yo era feliz. Lo que mas me gustaba era sentir el sol en mi cara y el aire fresco cuando soplaba, las tardes de lluvia, ese aroma de humedad que trae consigo el viento antes de la lluvia. Escuchar el monótono ruido de las gotas de agua golpeando las ventanas. Ver los ríos de agua que se forman a los lados de las banquetas y corren a las bocas de tormenta y observar a las personas que presurosas caminaban bajo ella. El día que más me gustaba era el sábado, quizá porque era el día de "no escuela" y quedaba un día mas de descanso aún. Quizá porque era el día que mas tiempo pasaba con mi madre. La acompañaba las tardes de sábado al mercado. Yo agarrada de su mano entre ese mar de gente. Unas buscando mercancías, otras ofreciéndolas. Aquellos olores de la vendimias que se vendían y a veces esos malos olores de la comida descompuesta. Los gritos de los marchantes y a veces los tumultos de gente que terminaban apretándome. Mi madre me decía no te sueltes y me apretaba la mano. La ayudaba a cargar las bolsas llenas del recaudo que hacia para el cuidado de su familia. Y después venia la parte que mas me gustaba, cuando me compraba una golosina en la tienda de abarrotes, quizá un refresco sabor grosella o de sangría y a veces aquel cuento en el puesto de revistas. Regresábamos como a las 7 de la noche y yo corría a la televisión para ver ese programa de cosas increíbles que suceden en el mundo, conducido por el actor Jack Palace, y su famosa frase "Aunque usted no lo crea". Siempre fui muy tímida, tímida en exceso, no me gustaba estar entre las personas y me daba mucha pena hablar. Recuerdo con mucho cariño las tardes de comida del sábado antes de ir al mercado. Las pláticas en la mesa y los platillos especiales que hacia mi madre porque era sábado y en mi casa y mientras viví allí el sábado era el día de comer algo especial. Con todos reunidos, especialmente con mi padre que ese día comía con nosotros, después de no hacerlo durante la semana.
Qué no me gustaba de niña. Las noches cuando al dormir abría los ojos y estaba envuelta en la oscuridad y veían formas entre ella que en esa época eran tan reales y que solo los niños ven, mientras mis manos sudorosas aferraban fuertemente a mi pecho el Topo Gigo que mi madre me había regalado, que a su vez era regalo de mi padre para ella cuando eran novios. Ese Topo Gigo que tanto amé, que cuidé, que lo bañé y lo peiné. Mi compañero inseparable que siempre estuvo allí. El Topo Gigo que se le terminó rompiendo su pie y que ni mi padre pudo arreglar a pesar de que él siempre tenia la solución para todo. Como lloré por esa desgracia de mi amiguito mutilado, sombras de que en la vida nada es perfecto y a veces se tiene que sufrir y nuestro querer puede tan poco y solo hay resignación al suceso. No me gustaba el lunes porque era el primer día de una semana que en la niñez es tan larga y cuando se es adulto es tan corta. Yo crecí en el seno de una familia de cinco hermanos, yo era la de en medio. La única mujer y la sándwich de la familia. No me gustaba que mis dos hermanos mayores no me dejaran jugar con ellos con el dicho de era vieja y las viejas son chillonas y yo les decía llena de valor yo no soy chillona hasta que después de tanto ser rechazada terminaba llorando y confirmando que las viejas eran chillonas.
Algunas veces soñaba en mi hogar y que yo sería una madre cariñosa, eso si, solo iba a tener hijas, porque los niños son feos y las niñas hermosas. Mi esposo seria guapo, galán, un príncipe amable y seriamos felices en nuestro hogar. Otras veces soñaba en tierras lejanas donde era la princesa que tenía que ser recatada por el heroico príncipe que terminaba poniéndome a salvo de tan peligrosas aventuras. Otras tantas una exploradora en junglas inaccesibles y llenas de peligros. Otras tantas veces en doctora que cuidaba y sanaba a los niños pobres del mundo. Otras mas en la veterinaria que cuidaría a los animalitos. Como extraño esos días, aquellas canciones lejanas de mi infancia, del payaso Cepillín que me divertía y me llenaba de emoción, del chapulín colorado y el chavo del 8. Recuerdo aquella canción "I just call to say I love you", como me gustaba esa canción y llenaba mi corazón aun infantil pero a punto de entrar a la pubertad y comenzar a fijarse en los chicos que hasta ahora me habían sido tan indiferentes, bichos raros y groseros. Fui una niña feliz, afortunada y bendecida por Dios por haber tenido un hogar y una familia estable, unida. Unos padres maravillosos que en esa época lo eran todo para mi y que lo siguen siendo. Unos padres que en esa época eran sabios y me protegían, ellos podían todo y que ahora los veo llenos de canas, cansados de la vida pero que siguen siendo ejemplo de rectitud. Tantos sucesos pasan en la historia de vida de las personas, historias anónimas que solo Dios sabe. Cada creatura tiene su historia llena de emociones, alegrías, sin sabores y lágrimas. Y yo ya en la madurez de mi existencia aun espero el futuro con la misma emoción de cuando fui niña. Amo la vida, amo la historia que he tenido. Amo esos sucesos que he vivido y que son parte de mi. Pero la niñez es blanca, la niñez es sencilla, al menos lo fue para mi.

Muy linda historia, Viviste una buena infancia con muchas aventuras la verdad, me gusto mucho.

A
alexandretta1
18/9/17 a las 3:12
En respuesta a jenica_7065057

Muy linda historia, Viviste una buena infancia con muchas aventuras la verdad, me gusto mucho.

Muchas gracias Andrés. 

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