Para todos los que me conoceis y sabeis de mi sentir aqui este trozo de pregon de Carlos Herrera, hermano de mi querida cofradia de la Candelaria, sin duda recoje como nadie lo que los nazarenos de la Candelaria sentimos cuando despues de 9 horas vemos a lo lejos nuestra iglesia, el cansancio nos vence y tambien el sueño, son las tres de la madrugada, duelen los pies y tambien la espalda, los cuerpos no aguanta más, han sido nueve horas de pie andando muy despacio parandonos muchas veces para no dejar atras a nuestros pasos,pero ahora empieza el regusto amargo del final.
Veo a lo lejos, con la satisfacción de la melancolía cumplida, a mi Cristo de la Salud virar hacia casa recogiendo las miradas desparramadas de los buscadores de perlas. Y la callé San José parece, entonces, el largo pasillo de la casa de mi infancia. Y el Templo, a lo lejos, parece el regazo de mi madre esperándome de anochecida con su particular acopio de madrugadas atadas a la memoria. Quisiera tardar, pero me empuja el acordeón presuroso de la hora. ¿No puedes recrearte, Capataz, para que yo llegue más tarde? ¿No puedes doblarle la mano al minutero?. Arría el Paso. Mécelo luego, interminablemente, hasta que el dolor de María se transforme en un dulce sueño de recogida. Deja que se consuma lentamente la candelería en imposibles lágrimas. No te la lleves capataz. Déjamela a mí. Déjame que me la lleve otra vez a hombros de la ternura. Ella se merece su barrio, la capilla de la calle, el templo acogedor de una noche de abril. Deja que me la lleve a la Gloria, capataz, a la Gloria.
Pongamos que esta noche te hago un trato
Tú pones Candelaria esa tu gracia
Yo si acaso pondré toda la audacia
De llamar a llorarte en arrebato
Una blanca pasión escribe lenta
Por esta hermosa noche de sereno
En la que yo hurgo en el amor ajeno
Y alcanzo corazones en tormenta
Amor en la mirada, ese amor ciego
Amor en la razón y en la locura
Alivio entre la pena y la amargura
Consuelo de mi voz y de mi ruego
La luz de un mundo hosco y sin camino
Referencia de brillo en la tiniebla
Norte de claridad entre la niebla
Candelaria alumbrando mi destino
Yo soy gozo, tú mirada dolorosa
Vivo libre aunque parezca maniatado
Y sobrevuelo el tránsito cansado
Que une las acacias entre rosas
Ve clavadas las astillas del fracaso
En la triste soledad de tanta gente
una lágrima vidriosa, impunemente
Va camino a los labios del ocaso
La quietud dolorosa, sorda y ciega
Solo tiene salida en la tristeza
El perfil de tu beso, tu belleza
Y el dispendio de luz en la refriega
Entregarse al amor y a tu plegaria
Es igual que entregarse sin medida
Es regalarte un alma arrepentida
Y cobrar con tu luz indumentaria
Es lágrima sin pena y sin horario
Una luz vigorosa y solitaria
Una voz, un jardín, un escenario
Una madre de Dios, ¡ la Candelaria!