No conozco el día que vendrá mañana ni su nombre.
Las cucharadas de mi vida no saben, no me siento hombre.
Sólo una vez, en todo mi pasado (para convencerme de que algo he vivido),
llegaste para apagar un carbón que me abrasaba.
Sólo yo pude identificarte: Amor castaño como las piedras de un río.
Lloro por un mundo que no se percató de tu llegada.
Lloro por ser tu espera, ahora, en un exilio.
Me hizo sentir hombre con sus solas palabras.
El día en el que estábamos, siempre me dijo.
Sólo tú puedes darme una vida y un nombre a esta semana.
Tú, la diosa del resplandor, del segundo, de la última letra de la palabra "Utopía".
Todo lo que te quedaste en mi: Las charlas, las miradas.
Sentí que conocí, desde que existo, tu estancia aquí. Un día nacias
echando agua al carbón que abrasaba mi alma.
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