No lo veré jamás
Aquellos ojos desconocidos
A los que tanto besé en el aire
Me regalaron
Una furtiva mirada
Mientras disimulaban con el juego del cabello
Un rizo obstinado entre los dedos
Marrones, eran de caramelo
Dejaban ver
La frescura de un alma generosa
A la que no tendría, el acceso fortuito de aquel instante
Cuanto hubiera dado por conocerlos
Y no condenar
A la clausura y la ignorancia
Su historia perdida para siempre