N O S O Y P O E T A
No soy poeta, no, ni quiero serlo.
Es... que siento con fuerza. Intensamente,
con la fuerza del mar sobre las rocas,
con la distancia negra de la noche
o el silencio de todas las estrellas.
Sin embargo,
las palabras no acuden si las llamo
cuando bullen colores en el alma
o si quiero pintar las veladuras
del beso que la luna, vagamente,
deja impreso, callada, por los lagos.
Siento vibrar mil notas
cuando el viento resbala por mis cuerdas.
No olvido los paisajes.
Se me quedan por siempre
cuando los rostros huyen o no están.
La belleza me duele hasta las lágrimas
cuando el recuerdo apura mi garganta.
Cuando en una ventana
se oye un piano tocado por un alma
que ignora que le escuchan
o cuando desde el más liviano tallo
resurgen sinfonías de color.
Sé lo que está detrás del horizonte
y sé además que yo... no soy poeta
porque no encuentro nunca las palabras
con que quiero decir lo que yo quiero.
Yo querría expresarme
como hacen los poetas
para ser entendido,
por mostrar la belleza
tal como yo la veo,
cuando sueño despierto
e imagino tu rostro.
Sé escribir al revés,
se hacer que las palabras
no digan lo que quiero,
ni quiero que lo digan como sé.
Los poetas sí saben
cómo decirlo todo
para que sea hermoso
como hermosa es el alma
de un rostro que yo admiro.
Sé que todo es mudable y yo querría
que el tiempo se durmiera
para morir eternamente en brazos
de la mejor sonrisa.
Sé que esto no es posible y yo no sé
cómo expresarlo para que se entienda.
Y sé que, muy despacio, con el tiempo
que nunca se detiene ni se duerme,
con el tiempo también, tú marcharás.
No soy poeta y yo... no quiero serlo
porque es algo
que sobrepasa el largo de mis fuerzas
y me emociona demasiado.
Lo sería quizá desde otra orilla,
desde otro nombre,
en un tiempo distinto.
Lo sería tal vez en otro idioma.
O mejor sin palabras,
lo sería por ti, si tú quisieras.
Versolibre
