Os lo puse en la charla de dosalmas y luego pensé que estaría mejor aqui...mil besos pareja.
Hacer el amor
Hacer el amor... hacer el amor es como estar naciendo. Es amanecer en todo el cuerpo. Es no tener pasado ni recuerdos. Es ceñirse a la piel que enguanta la carne estremecida, el grito, el mar bullente, las rítmicas oleadas de la sangre, la torva oscuridad de los abismos, las barcas sin amarra, la lava del volcán, el rosal florecido, la voz ronca que murmura palabras sin sentido.
Que el cielo baje, todo el cielo. Y que el infierno suba y crezca, como un bosque brotando lentamente en ese cielo.
Es ver por primera vez. Oír por primera vez. Tocar por primera vez. Oler por primera vez.
Es darlo todo y esperarlo todo.
Es tener la generosidad más exagerada y a la vez el egoísmo más atormentado. Es que el otro sea tu, y tu el otro, y ambos sean sabios, sepan de qué manera y con qué ímpetu se puede lograr la unidad perfecta. Cuáles son las palabras del mantra secreto que les salvará la vida, que les disolverá la angustia y el miedo.
Es la sed del desierto interminable. Y es, de pronto, la jugosa fruta que la abreva.
Es ser cántaro y canto, playa quieta y tormenta, lámpara y relámpago. Suavidad de satén, aspereza de tronco, huracán y silencio. Juego sereno, caballo desbocado, vértigo. Escalar altas cúspides.
Descender hasta el fondo del océano. Marearse entre nubes y medusas.
Es explotar el otro cuerpo viéndolo hermoso, aunque no sea hermoso, porque lo que lo vuelve hermoso es lo que se siente, lo que hace vibrar, estremecerse, lo que te hace sentir, lo que te brinda. Hacer el amor es vencer a la muerte, relegarla, perderle el respeto.
Es concentrarse en el sentir del otro. Es ser un puerto al que los barcos llegan. Es el camino que nos trae de regreso.
Es creer y quitarse de encima las costumbres y los perjuicios para poder ser otra vez niños.
Es poner las dos manos para detener todas las flechas que fueron disparadas. Saber que la puerta está abierta, pero nos quedamos. Y nos quedamos porque el amor nos necesita y lo necesitamos, porque el encuentro de dos seres que se aman es el verdadero milagro, el más difícil, el más importante.
Hubiéramos podido cruzarnos por ahí sin vernos, mirando hacia otro lado, distraídos...
O haber pasado a diferentes horas por el mismo lugar, o no haber pasado nunca... Y no nos hubiésemos encontrado. Tuvo que haber un "algo", un mandato divino, una muy bien estudiada casualidad, para que, entre los cientos de millones de habitantes del mundo, tu y yo coincidiéramos en el mismo lugar al mismo tiempo.
Y que tu supieras.
Y que yo supiera. Para que alguna vez los dos supiéramos... alguna vez, quizá, que hacer el amor es siempre un estreno, como enamorarse, y no subir, volar a las estrellas, sino traerlas a nuestra geografía imperfecta, para que las estrellas produzcan el luminoso incendio, el fuego purificador que transforma la carne en todo el cielo...
JOVEN.