No puedo quitar de mi mente esa imagen tuya, ni tan siquiera olvidar las sensaciones que grabaste en mi alma, te percibo en mi piel, te has convertido en mis emociones, toda tú una sinfonía de deseo y de pasiones que no dejan de envolverme, que yo percibo en mi incluso acariciando tu imagen, un halo de sensualidad recubriendo tu cuerpo, recordarte sentada en el suelo, tus piernas cruzadas, moviendo tus dedos, deslizándolos como en hojas de un libro, invitándome a deslizar los míos por las letras grabadas en esas hojas de terciopelo humedecidas por el deseo, saboreándolas una a una acompañado de tus manos, aprendiendo de ti a leer ese libro sagrado, llegando a percibir en mis labios tu sabor, sentir en mis yemas la piel que lo encuaderna, hundiéndome en su lectura profunda, dulce caricia de esas hojas entreabiertas, y como en un sueño imágenes que se confunden, que se transforman en la de los pétalos de una rosa bañada por el roció al amanecer, deseando herirme con sus espinas al tomarla para mi, mojando mis dedos de la savia de su tallo derramada, dejando de ser savia tornándose en miel bebiéndote en mis dedos, saberme a poco y desear saciar mi sed en ese oasis, imágenes que se suceden en esos sueños de realidad que vivo en ti, y en todos ellos yo cautivo eternamente de ti.