Invítame a ese baile en el que te abrazo, el baile en el que estamos tan aferrados a nosotros mismos.
Conmueves esta alma triste, pero tan segura de lo que siente, que cuando rozas mi piel, ese motor que me mantiene en vida resuena imparable.
Un latido más, deprisa, una vida más en un solo día.
Lo escucho, antes sólo los sentía. Pero ahora los escucho, latidos, y los siento.
Y ¿Quién ha inventado esta sinfonía? ¿Por qué todo está tan elevado?
Aquí empieza mi poema para una nota de música que camina:
En mi exterior, la fiesta sigue, todo este gran cambio.
Tengo miedo de esta nueva sensación pero a la vez la amo, es azúl.
Buscando palabras para definir en el crucigrama de lo que ahora siento.
Y llega tan rápido el alba y no la puedo parar y tú... Esta noche...
Esta noche, lanzada a la aventura, llegas a conocerme.
Buscas una explicación del porqué el reloj va demasiado rápido.
No está adelantado. Es que no nos hemos decepcionado mutuamente y el tiempo ha pasado volando, ni siquiera se ve.
Ahora soy yo el que busca una razón:
¿Por qué tardé tanto en decidirme a quererte?
Si lo que siento ahora es, no sé, debe ser que... ¡Estoy salvado!
(Falta poco rato para que terminemos de hablar)
(Te acompaño a un barco que te lleva, que me aleja de de ti, que no me deja tenerte siempre a mi lado... ¿Hay algún sentimiento que sea superior al amor, que se equipare a él?)
Sigues siendo la nota que marca mis gestos, mis pasos, suenas en el pentagrama de mi vida, me haces nacer con esa extraña clave de sol escondida tras esos ojos que, aparte de cantar y componer, son receptores y emisores.
Cierro un cuaderno de viejas canciones que se pueden tocar con guitarra y violín, para que no tengas frío.
Bien entrada la madrugada, escucho algo y me asusto.
Es algo sin ningún tipo de orden, el compás del todo perdido.
Lo peor es que no consigo agarrar la melodía.
Es la música desordenada de tu ausencia, de que me faltas, de que te extraño.
Espero a ese pájaro que cruzará el mar para que me hable de ti, para abrirle la ventana y que me cante lo que tú cantabas.
Para darle un mensaje y atarle una bolsita llena de labios.
Soñaré en ese baile en el que te abrazaba, en el que te aferrabas a mi como si fuera el último día de vida en la tierra y nos faltara tiempo para abrazarnos y besarnos. Soñaré y liberaré mi mente para que busque y regrese con esa paz que me dabas.
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