Estaré quizás muerto, quizás mis labios no gocen ya de frescura necesaria, y mi corazón anclado en olvidos este tan marchito como trigo de verano
Vivo los recuerdos tan reales que pronto seré ya pasado en la memoria de la montaña
Tan absorto estoy del presente, que no reconozco la voz que llama o pregunta
Mis ojos miran sin ver, y la vida rutilante va pasando con la rapidez de las luces en la carretera
Destellos itinerantes que se deslizan y que no comprendo, ni trato de entender con comodidad
¿Qué es este deseo de no desear?
¿Esta nube difusa que da control al aire?
Niebla del bosque petrificado de la vida sin fundamento
¿Dónde deje mi vida?
¿Dónde guarde la parte del alma que me falta?
Esta carencia que solicita su rescate
¿Tan fácil es la felicidad en el estanque de los gradiolos?
Miro las luces del día como pasan por mi puerta sin que me vaya con ellas
Recuerdos de aquel patio de la niñez, cuando en la baranda de su escalera, relajaba mi figura reposada, y las ramas calidas de la primavera jugaban en mi pupila con el reflejo del sol entre sus hojas
Niñez, adolescencia de la vida, allí deje la falta que hoy tanto añoro
Yo aquel niño y aquel patio, yo era su silencio y su viento
Me paro a pensar en la frágil figura de aquel niño de pantalones cortos, pareciera que lo viera a través de una rendija de la vida
Es difícil describir la simbiosis, pero el patio era mi propia esencia, su silencio el sonido del principio de mi mundo, y su mensaje quedo preso en el corazón
A veces vuelvo a aquel patio por el verano
Paredes desconchadas encaladas de antiguos linajes, donde escribí mi historia de niño al hacerse mayor
Antiguos vegetales sobrevividos a base de las escarchas, árboles desatendidos con sus ramas caídas sobre la tierra desconsolada
Allí me situó en la antesala de los recuerdos
Y una ancestral sensación como escalofrió, recorre mi cuerpo y me hace llorar
Un reencuentro, un encaje perfecto de lo que fue y es mi vida, miro al cielo y siento que es allí, en ese lugar el epicentro de mi destino universal
Pongo atención y escucho el mismo silencio y el viento parece el mismo que me espera, y otra vez el murmullo exterior de la gente que pasa
Allí algo mágico sucede cuando vuelvo, allí la memoria reclama mi vida, en ese patio abandonado con sus ramas caídas sobre la tierra desconsolada