Llevabamos muchos años juntos en el despacho. Laura, bajita, feucha pero con unos senos apetecibles, con hijos y yo sin pareja reciente, veía como tenía feeling con otro compañero algo que me excitaba aunque su matrimonio parecía perfecto. No sabía como entrarla;, alguna vez le había insinuado algo muy levemente sobre dejarse ver más el escote pero nada. Así paso el tiempo hasta que fuimos a una fiestecilla de jubilación en la oficina. Ella bebió, estaba contenta, no borracha ni mucho menos. Cuando bajamos al despacho le dije que había flirteado con otro compañero a lo que enrojeció y lo nego. Entonces note que mi pene se estaba poniento erecto y para que no se diera cuenta le dije que cogiera del cuarto anexo unos papeles. Mientras ella fue yo me desnude y abri la puerta del anexo. De primeras Laura no se dió cuenta pero mi mano derecha se posó suavemente sobre su seno derecho.
Al girarse se quedó impactada al verme desnudo; al poco bajo la mirada a mi pene erecto.
No sabía Laura que hacer así que la cogí su mano y la puese en mi miembro al mismo tiempo que la apretaba suavemente contra mi y mi boca lamia su blusa. Al ver que me hacía algún meneo a mi pene la di la vuelta contra la pared y la desabroche el pantalón y metiéndola la mano entre los muslos la levante y la lleve a la mesa donde rapidamente la baje las bragas y empezé a lamérle el chocho mientras mis manos recorrian sus senos.
Me dijo que no, que su marido nunca le había hecho eso pero enseguida empezo a gemir de placer; cada vez más mojada sus pezones se iban poniendo duros. Mi lengua iba de sus pezones a su vulva hasta que me centre en su clitoris que ya asomaba. Al cabo de un rato que a mi me parecío muy breve se puso a temblar y al arquearse aproveche para que mi pene entrase dentro de ella a lo que reaccionó con un grito ahogado. Entonces la subí las piernas sobre mis hombros y la castigue con una buena porcíon de penetraciones; cuando noté que me iba a correr la cambie de posición a cuatro patas y se la volví a clavar hasta que me corrí dentro de ella.
Nos pusimos de pié y nos besamos, suavemente, relajadamente. Yo la masajeaba los senos y se los besaba y ella volvío a poner su mano sobre mi pene y me lo meneaba. Cada vez ibamos a más, lo notaba; mi pene volvía a endurecerse y apretaba su cuerpo contra el mio para tener acceso a sus senos, tanto tiempo deseados pero hablamos y quedamos para otra ocasión si la situación lo permitía pues habiamos quedamos ambos satisfechos.
