Hoy te busco y no te encuentro
y voy vagando
por los caminos insólitos
de la ciudad fría.
Y me pronuncio y te llamo
con las gargantas largas de las chimeneas,
con las lenguas de las candelas de inviernos,
con el grito desgarrado del trueno,
con el son monótono de la lluvia,
con el estrépito del granizo,
con la luz cegadora del relámpago,
con el silbido del viento.
Hoy te busco en los volantes negros de la noche,
en el silencio de las estrellas furtivas,
en la tarde mustia y dolorida,
en el ocaso triste reclinado en mi hombro.
Hoy te he buscado en el tiempo,
en la llaga y en la herida
de las horas muertas,
de mis horas perdidas.
Hoy te quise encontrar por rincones
concretos de mi mente,
en el surco callado de la senara,
en la mancera, en la espiga preñada,
en la piel de unos hombres
que en silencio trabajan.
Y te he buscado en el mapa
de las manos de tu gente campesina.
Hoy te llamo
con la voz de las campanas en la torre,
con la voz del torrente y el arroyo,
con la voz de los trigos en celo,
con la voz de la amapola sangrante,
con la voz de antaño,
con la voz de siempre.
Con el canto ronco y austero de las cigüeñas,
con el eco repetitivo de las montañas,
y te llamo y te busco
por el cauce incansable del Guadiana,
en los suspiros azules del aire,
en el murmullo trémulo que salpica la aurora,
en las olas apacibles de la sementera,
en los destellos engañosos de la luna,
en el lamento de las hojas secas
del eminente otoño.
En el volcán del mediodía,
en el sonsonete cansino de las cigarras,
en la brisa insolente de la tarde,
en la parva, en la era, en la yunta,
en la herida de mis manos cansinas.
Hoy te llamo porque quiero
regresar a mis principios,
para que cierre mi llaga,
para ser lo que fuimos antes,
grano de una misma espiga,
sarmiento de la misma cepa,
grano de un mismo racimo,
yo quiero ser aceituna
de un mismo olivo y ramaje,
la sangre de tus arterias,
savia de un mismo linaje.
Y te alejas cual vertiente
que se escapa cauce abajo.
Hoy te llamo en todas partes,
en todo lugar, a todas horas,
y te seguiré llamando eternamente,
con voz doliente hasta la muerte.