Puedo perderme en tu mirada,
puedo enredarme en tu boca,
puedo dejarme caer en tu regazo
y no sentir miedos,
sentirme libre,
sentirme querida,
sentirme amada...
Eres como un regalo para mi,
envuelto en papel de seda,
pero, una vez abierto,
más delicioso todavía
al ser tu, lo de dentro,
lo que yo siempre había soñado.
Me asomo a tu alma
y veo flores, veo colores,
veo risas y veo dichas
porque la limpieza y la pureza
reinan en un trono de oro,
trono en el que se sienta
tu blanco corazón
que es vivo y alegre,
sabio, sereno y sublime.
Quiero permanecer allí,
dentro, contigo,
al cobijo de tu espíritu
porque me siento protegida,
estimada y amada.
Podría pasear a tu lado
por delante de un vendabal
y mantenerme firme y segura
porque tendría tus manos sobre mi cintura,
podría atravesar un mar revuelto
porque tendría tus brazos de salvavidas,
y tu alma de barca.
Siento que te quiero,
como mis dedos, a mi mano,
como mis ojos, a la luz,
como el mar, a sus olas,
como la mariposa, a una flor...
Siento que te necesito,
para que mi corazón esté vivo,
porque sin ti, muere,
como muere el pez
al sacarle del agua
y es que te necesito
porque te quiero...