Hoy quiero descorchar esta botella
que llevo en mi bodega almacenada:
cosecha ochenta y dos, fugaz estrella,
relámpago y clamor. Etiquetada.
¡Qué aroma! ¡Que color! ¡Qué transparencia!
¡Qué juego de sentidos! ¡Qué solera!
Dulzura almidonada, noble ciencia
que incita con desdén a borrachera.
Después, lleno dos copas con su vida,
y, ¡pláceme, pardiez!, goce fugaz:
el cielo azul, el mar, la luz vivida,
elevan al cuadrado la verdad.
Al pronto, la resaca marca historia
y luce para mí, sin luz, sin ira.
La primera, por ser, me sabe a gloria:
la segunda junto a ti, me da la vida.