Soñando,
iba yo caminando
por el monte, medio dormido,
desperté y ya vi que me había perdido;
busqué y rebusqué, pero en vano,
no encontraba mi camino.
De pronto, delante mía
un pajarito quería volar y no podía;
me dio pena, y lo cogí con precaución;
y él con sus ojos tristes, algo me pedía;
entonces pensé, y me dio la impresión
de que era: hambre y sed lo que tenía;
pobre y desamparado pequeño ser;
estas necesidades, yo no las veía,
pero reparé mi gran descortesía
dándole -en el hueco de mi mano- de beber y de comer
hasta llenarle bien su hambrienta barriga.
Sin miedo empezó a saltar
y corría como una hormiga;
se echó a volar y a revolotear;
yo por curiosidad lo he seguido,
y cuando aún creía seguir perdido;
el pájaro con su tino
encontró el camino.
Y yo muy cansado;
pero emocionado
y entusiasmado,
llegué a mi poblado.
Por ayudar a un pajarito desvalido,
él me ayudó cuando yo andaba perdido.