Cuentan que una noche, cuando en la casa todos dormían, el pequeño de la casa se levantó de su cama y fue al cuarto de sus padres. Se colocó junto a la cama al lado de su papá y tirando de la manta lo despertó.
_ ¿Cuánto ganas, papá?
_ Eh?¿Cómo?_ preguntó el padre entre sueños.
_ Que cuánto ganas en el trabajo.
_ Hijo, son las 12 de la noche, andate a dormir.
_Sí papi, ya me voy, pero vos ¿cuánto ganas en tu trabajo?
El padre se incorporó en la cama y en un grito ahogado le ordenó:
_ ¡ Te vas a la cama inmediatamente,
esos no son temas para que vos preguntes! _
y extendió el dedo señalando la puerta.
El pequeño bajó la cabeza y se fue a su cuarto.
A la mañana siguiente el padre pensó que había sido demasiado severo con su hijo y que su curiosidad no merecía tanto reproche.
En un intento de reparar, en la cena el padre decidió contestarle a su hijo:
_ Respecto de la pregunta de anoche,, yo tengo un sueldo de 2800 pesos, pero con los descuentos me quedan unos 2200 pesos.
_ ¡Uhh! ? cuánto ganas, papi _ contestó Ernesto.
_ No tanto hijo, hay muchos gastos.
_ Ahh? y trabajás muchas horas.
_ Sí hijo, todo el día.
_ Ahh _ Asintió el chico, y siguió_
entonces vos tenés mucha plata, ¿no?
_ Basta de preguntas,
sos muy chiquito para estar hablando de plata.
Un silencio invadió la sala y callados todos se fueron a dormir.
Esa noche, una nueva visita interrumpió el sueño de sus padres.
Esta vez el niño traía un papel con números
garabateados en la mano.
_ Papi ¿vos me podes prestar 5 pesos?
_Hijo ?. ¡¡ son las 2 de la mañana!!_
se quejó el papá.
_ Sí pero ¿ me podes?
El padre no le permitió terminar con la frase.
_ Así que este era el tema por el cual estás preguntando tanto por el dinero , mocoso impertinente. Vete inmediatamente a la cama antes de que me enfade!!!!!! Fuera de aquí!!!!!.
A la cama.
Vamos.
Media hora después, quizás por la conciencia del exceso, quizás por la mediación de la madre o simplemente porque la culpa no lo dejaba dormir,
el padre fue al cuarto de su hijo.
Desde la puerta lo escuchó llorar en silencio.
Se sentó en su cama y le habló.
_ Perdoname si te grité,hijo mió , pero son las dos de la madrugada, toda la gente está durmiendo, no hay ningún negocio abierto, ¿ no podes esperar
hasta mañana?
_ Sí papá_ contestó el chico entre sollozos.
El padre se metió la mano en el bolsillo y sacó su billetera de donde extrajo un billete de cinco pesos.
_ Ahí tienes el dinero que me pediste.
El chico se enjugó las lágrimas con la sábana y saltó hasta su ropero, de ahí sacó una lata y de la lata unas monedas y unos pocos billetes de un peso.
Agregó los cinco pesos al lado del resto y contó con los dedos cuánto dinero tenía.
Después cogió el dinero entre las manos y la puso en la cama frente a su padre que lo miraba sonriendo.
_ Ahora sí_ dijo _ llego justo, nueve pesos con cincuenta centavos.
_ Muy bien hijo, ¿y qué vas a hacer con esa plata?
- ¿ Me vendes una hora de tu tiempo?