Querid@s amig@s,
Os pido perdón, de antemano, por traer y dejar aquí tantas angustias, pero es una necesidad vital para mí ahora el descargarlas de mi corazón. Os prometo, en cambio, que cuando termine de narrar "aquellos últimos cinco días", intentaré pasar la página y compartir con vosotr@s algunas ilusiones, esperanzas y alegrías que, estoy segura, empezarán a poblar mi vida en adelante. Sinceramente, gracias.
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AQUELLOS ÚLTIMOS CINCO DÍAS
Sonó el teléfono, pero ella no hizo caso porque no se encontraba en su despacho. Había subido a despachar un asunto oficial en otro departamento y estaba, por tanto, ajena al ajetreo del lugar. Sin embargo, la llamada era para ella.
La voz de Ali, hermana de su marido, sonó grave y severa cuando le dijo: “Isa, vete al Hospital, a Víctor le han diagnosticado una cosa muy grave y está allí solo”. En ese momento, sintió que un puñal le atravesaba el corazón..... colgó el teléfono y se apoyó en el marco de la ventana. Temblaba como una hoja de parra y empezó a llorar, mientras sentía que el aire no llegaba a sus pulmones. Fueron sólo un par de minutos; que resultaron suficientes para que ella pudiese imaginar cómo sería su vida sin él.
Durante tres espantosos días, Víctor tuvo que ser ingresado en Urgencias, por falta de camas en planta. Allí siguieron las pruebas para determinar con exactitud su estado y cada resultado era peor que el anterior.
Ella no consentía en separarse de su lado y sólo lo hacía para atender mínimamente las necesidades de sus hijos y descansar entre pesadillas a ratos perdidos. Al volver, encontraba siempre la ilusión en su mirada al verla aparecer y abría los brazos como un niño para cobijarla dentro con una pasión que hacía presagiar que eran sus últimas fuerzas. Uno de esos tres días de pesadilla, ella descuidó la guardia y dejó escapar una frase que le salíó del alma: “Ay, amor, es que no puedo verte así, tan malito”... él sólo contestó: “No me digas eso, por favor”.... y, por primera vez, dejó que las lágrimas corrieran por su cara. Estaba sentado al borde de la cama, de modo que ella pudo abrazarse a él y así, sin hablar, compartieron los instantes más intensos de sus vidas.
El último día de estancia en Urgencias, vivieron otro momento que quedó grabado a fuego para siempre en el corazón de Isa. Acariciaba ella la cabeza de Víctor, recién duchado, peinó su precioso pelo rubio de suaves rizos que caían sobre los hombros y, al terminar, se apartó ligeramente de la cama y, mirándolo intensamente le dijo: “¿Te he dicho alguna vez lo muchísimo que me gustas?. Qué guapo estás ahora mismo. Te comería a besos”..... entonces, él se incorporó ligeramente y le pidió, muy serio, que se acercara. Cuando la tuvo a su lado, sentada al borde de la cama, la atrajo hacia sí, la abrazó y le regaló el beso más largo, más tierno, más apasionado y hermoso que ella podía recordar de toda su vida.
Cuando Isa quiere, necesita con desesperación, rememorar algo de su vida con Víctor, este recuerdo es el que viene a su mente, y ella puede sentir –casi físicamente- lo mismo que sintió en aquél momento maravilloso que él le regaló. Ahora ella está intentando aprender a no llorar ante éste, su recuerdo más querido, sino alegrarse y agradecer a la vida por habérselo ofrecido.
besos
