Mujer, no puedo ofrecerte
palabras rescatadas del olvido,
ni palabras adornadas de recursos
de poetas de renombre y eruditos.
Yo soy algo más sencillo, natural,
y lo que siento es lo que escribo,
y cada verso es un retazo,
una parte de mí mismo.
Excesiva floritura en las palabras
me mantienen alejado por instinto
de esos, mal llamados poetas,
que recubren falaces sentimientos con cinismo.
Son arquitectos de palabras
pomposas, huecas, sin ritmo;
palabras que no dicen nada más allá
de la estrechez del estilo.
Un verso nunca podrá ser
un cúmulo de recursos estilísticos
ajenos a la impronta del sentimiento
que los forja, que los siente, siendo carne del espíritu.
Poeta no es sólo aquel que escribe bién,
sino el que es capaz de hacer soñar miles de caminos
a esos amantes, buscadores de quimeras,
que buscan imposible, derribando mitos.
La tinta de la pluma del poeta no es negra,
sino roja, como la sangre; como todo aquello que es maldito
para esa razón severa y congruente
que sólo entiende de lógica y egoísmo.
El poeta preocupado de las formas
descuida negligente del verso su latido,
por eso sus versos no trascienden
más allá de una prosa con prestigio.
El verso no es música uniforme, cual soneto,
tiene estridencias, desajustes y chirridos,
pues los tonos y cadencias son producto del corazón:
instrumento de altibajos de sonidos.
El amor es dulce y apasionada melodía
que irrumpe con violencia y con brío,
en la sagrada intimidad de nuestros sueños
para quedarse y marcharse a su albedrío.
Quedaros, hombres sabios y falaces poetas,
en el falso pedestal de lo aprendido:
yo me marcho con mi flauta y mi mochila
al rincón donde yace lo prohibido.
Allí la música es más pura, más íntima,más salvaje,
y nuevos matices nacerán en desafío
desplegando la exuberancia de lo ignoto,
de lo rebelde, auténtico y sencillo.
No busco incondicionales adeptos, como vosotros,
sino locos que crean en sí mismos
a través de esa música serenamente alegre
que busca redención en lo atrevido.
Recompensa mal a su maestro
quien quiere seguir siendo siempre su discípulo,
por eso yo invito a la guerra, a la rebelión,
a la conquista de nuevos valores variados y ricos.
Yo siempre escribiré mis versos al amor,
pero no a ese amor previsible y precavido;
sino a ese otro amor alocado y pasional
que, aún insconsciente, lucha por lo eterno e infinito.
Palabras huecas y pomposas florecen por el foro
en un florecer engañoso, por lo efímero;
pues el tiempo, descubridor de verdades,
pondrá a cada cual en su sitio.
Yo canto a la mujer risueña, romántica y apasionada,
no a la imitación burda y resentida, feminismo,
porque nunca nadie debe de arrepentirse de haber amado,
y si el amor pasó y no llega... volvamos a soñar con lo vivido.
P.D.- CON CARIÑO PARA VOSOTRAS, MUJERES, DEL LOCO POETA.-
Ya sé que mis versos carecen de ornatos gramaticales, son directos y audaces, pero nacen del corazón y, esto, es lo que llega al alma.-