Yerta y exhausta
cae la tarde rendida en el ocaso,
oro cobrizo, destellos de nostalgia,
pira eterna de segundos,
indefectible sino de vivencia lúcidas;
agüero de deseos indolentes
que adormecidos aspiran al descanso;
dulce borrachera relajante
que sólo aspira a la contemplación,
al rezo íntimo,
a confesiones inconfesables, sin perdón,
sin penitencia,
sin sentimiento de culpa;
momento sublime donde el alma calla,
meditando,
resignada;
cae la tarde y, en su ocaso,
conforme se extingue,
se rebela el corazón,
siempre impulsivo,
siempre ajeno a razones trascendentes;
cae la tarde...
y la razón más irracional
se rebela contra todo;
cae la tarde....
y la proximidad de nuevos matices,
de nuevos colores más serios,
pero más profundos,
invitan a soñar:
¡llegó la noche!.-
P.D. Para lo amantes de ese pequeño cúmulo de cosas cotidianas que nos hacen sentirnos pequeños ante la inconmensurable obra perfecta de la "Creación".-
EL LOCO POETA.-