Ya sé, quieres dejarme,
te lo dice la razón
que escuchó a las malas lenguas,
ésas que nunca descansan,
ésas que siempre protestan,
ésas que halagan oídos,
ésas que esconden miserias,
ésas que viven de envidia,
que sobreviven de pena,
de odio, de rabia y dolor,
y que a la insidia se prestan.
Esas lenguas deslenguadas
de inquina, siempre sedientas,
que sólo encuentran alivio
en el drama y la tragedia
de personas, como tú,
frágiles, nobles y buenas.
Cerraste tu corazón
a pesar de tu conciencia,
pero recuerda, mujer:
ésas que ahora te adulan
y como amigas se prestan,
serán mañana tu cruz,
tu desdicha y tu impotencia.
Lenguas voraces y malas,
lenguas ágiles e inquietas
que se posan, cual insecto,
en la flor de la quimera
para libar ilusiones,
cuando ajadas, devolverlas
para que sea el olvido
el que se acuerde de ellas.
Lenguas deslenguadas yacen
expectantes, siempre alerta,
donde pueda haber amor,
donde pueda haber belleza.
¿Porqué temen al amor?.
Porque es locura sin tregua,
y en su locura divina
nada le atañe ni afecta,
que no sea el ser amado:
motivo de su existencia.
P.D. ¿Cuántos amores se han visto rotos por culpa de esas lenguas deslenguadas, de esas lenguas vengativas?.
Mantengo lo que siempre he defendido: sólo tiene derecho a decir que vive, aquel que ama.
Quienes nada pueden aportar al mundo de la creativad siempre les queda el insatisfecho resorte de la crítica.-