Hola a todos,
Hece seis días llevé a mi gatita al veterinario porque la veía más delgada y llevaba vomitando unos días. Ella siempre vomitaba de vez en cuando por las bolas de pelo, así que no le puse en principio mucha importancia. Cuando la llevé, el veterinario le hizo una ecografía y un hemograma y me confirmó lo peor; tenía una pancreatitis. Me dijo que no me iba a mentir, que era una enfermedad grave pero que había esperanzas de que se curara, así que la dejé ingresada ese mismo sábado por la mañana. Al día siguiente, el domingo, fui a verla y parecía que estaba un poco mejor. El lunes me llamaron para irle a dar de comer, había estado 48 horas en ayuno, con un suero y antibióticos, y era hora de que comiera, así que salí del trabajo y fui corriendo a verla. Cuando llegué casi me da algo, estaba en una incuvadora porque se había puesto peor, tenía una infección que empeoró y encima la glucosa se le subió y estaba fría. El veterinario me dijo que necesitaba urgentemente una transfusión de sangre así que fui a buscar a mi otra gatita para que le donara sangre. Se la pusieron y parecía que estaba más estable así que me fui a casa. El martes me llamaron a primera hora que había entrado en coma y hábía dejado de respirar. No sufrió porque estaba sedada, Dios, todo esto es muy duro. Lloro mientras escribo porque no dejo de repetirme que debería haberla llevado antes, desde que empezó a vomitar pero pensé que se le quitaría, siempre lo hacía, y antes no había sido nada grave. El veterinario dice que no me culpe, que los gatos son muy sufridos y que eso llevaba por lo menos 3 semanas y no una semana, que fue cuando empezó a vomitar. Vomitaba muy poco, un poco de saliva nada más.
Yo la recogí de la calle con sólo dos semanas de vida y estuvo entre la vida y la muerte porque tenía una infección enorme en los ojos y los perdió, así que estábamos muy unidas. Hace tres años me independicé de casa de mis padres y me la llevé a vivir conmigo y con mi novio, y con otra gatita igualita a ella que recogimos del albergue. Éramos tan felices, y ahora el hecho de pensar que no la volveré a ver más me duele en el alma. Me queda la otra gatita, que está triste porque tambiéen la echa de menos. El poder escribir mis sentimientos me ayuda muchísimo. Sólo sé que nunca la olvidaré, que siempre estará en mi corazón porque compartí con ella muchos momentos felices durante esos seis años que me acompañó y siempre la intenté proteger todo lo que pude. Te quiero mucho Linda.