Tras un velo de distancia,
bajo dos azules aguas
como del fuego sus ascuas,
gélidos en su constancia,
de femenina insolencia....
Ojos que traspasan almas,
presos quedan de las almas,
que saben fundir su escudo,
y, sin derribar su muro
tornan las tormentas calmas.
Mas no son dos lagos fríos,
cuando te miran de frente,
y te acogen, y te envuelven
y penetran tus sentidos...
como faros encendidos.
Directos, firmes, sinceros,
distantes o lisonjeros,
severos, acogedores,
risueños o acusadores,
son dos disparos certeros.
La mujer que así te mira
y te sumerge en sus mares
no puede decir mentira
porque con cada pupila
te muestra sus voluntades.
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Dedicado a la honradez y belleza de una mirada azul que me permitió ver lo que sus aguas guardaban.
Tebeto.