Hoy. Una nueva noche. La misma luna, Una misma dimensión. Hoy desnude los ojos, los deje rodar muy lejos por los caminos de siempre. A ti, simplemente te presentí en el viento, a mi, simplemente me dedique un recuerdo. El mar viene desde lo lejos, su grito insaciable hace desmoronarse los cielos, es azul, morado, de nuevo azul tal vez ahora sea rozado, ya no importa. De él salen pájaros dorados, con cantos de mago malo, me da miedo el tiempo. Una historia de magia es lo que mi corazón quiere escuchar. Le temo a la eternidad, tu no lo sabes Dios lo sabe. García Márquez escribió sobre ‘’ojos de perro azul’’. La tortura es tremenda, furiosa, mi amor por ti también. Hay una niña azul, con el corazón azul y que se imagina a los perros azules como zombies de ensueño. Una niña de universo azul, surrealista que odia los prototipos que dictan que el ‘’surrealismo solo se denomina surrealismo’’ y por eso le denomina ‘’ensueño cruel’’. La niña llora, larga y tendida sobre la alfombra que sobrevuela Arabia, las tierras de moros, por que también es mora, también es actriz, bailarina, sirena, poeta, lobo, es todo, no es nada, es un universo revuelto de sentidos y gustos, es un grito ahogado en un mar tan azul que intoxica. Una alma agujereada que vomitaron las ondinas, escupieron las hadas y enloquecieron las sirenas. Se queja con Zeus, lo desmiente, inventa un mahoma y llora al Cristo y simplemente te llama desde su asilo de lunas enamoradas, desde su sillón, desde su cama, desde su universo complejo que te enreda el cerebro y te llama con versos y te grita que la mires, porque tiene alas y a veces cola, y a veces es una hoja blanca y a veces solo te ama, te ama, te ama y es un grito que llega por los sentidos, cuando tratas de comprender mi cabeza loca se te escapa por el hueco por donde huyo la liebre de marzo. Yo quiero que lo veas en el abismo mortal del corazón que cae en la hernia de tantas ilusiones atrofiadas. Yo quiero que me cantes, que me perdones, que me ames, que me rías, que veas que simplemente te adoro, que nos malentendemos mucho que mucho te adoro que mucho es mucho y nada es mucho y el infinito es nada y una eternidad no es mucho cuando te hablo de amor, Ahora me siento un zombie. Tengo ojos de perro azul.
No tengo coherencia cuando escribo, ahora no puedo ver mi alma, en este minuto llevo tu sombra a cuestas y tu aliento impregnado, solo empeze a escribir para dejarme llevar y librarme de las intoxicaciones del día, pero hasta el camino de la liebre de mayo, que no venía a las líneas me condujo a ti. Que un genio, un duende, un brujo,
una hada, me conducen a ti lo mismo que el poste telefonico de la esquina. Un Salvador Dalí de mierda. Taciturno el pasado, el presente con sentido: el mismo, que el de ayer y mañana otra historia y el velo nos cubre los ojos y yo río y lloro. No escribo ya por mediocre, por miedo, por lástima, por maldición, por que a veces cierro la puerta y me asusta ver que la he dejado abierta y que el alma se me ha vuelto a escapar. Corro detrás de ella y un dragón me lleva pero me vuelvo a asustar. El espejo me duele muchísimo, me tengo miedo, a veces no me quiero, no fácilmente lo grito y menos a ti, a veces casi me pongo un altar. Hoy camino por un desierto teniéndolo absolutamente todo menos a mi misma. Me acorde de:’’¿Por qué se me vendrá todo el amor de golpe, cuando me siento triste y te siento lejano?’’. Muchos poemas todos mis pensamientos míos y ninguno me pertenece y me pertenece todo, Y te amo y te necesito. Y la luna salió. Dibujaremos más lunas, pero espero que no como hoy, que se nos resbalo un poco de sol. No dibujemos soles. Soñemos cosas rebuscadas y que en el futuro rebuscaran de sueños, alientos, una que otra memoria muerta. El caballo blanco llego.