Cambio mortal (relato breve)
Era un bello amanecer de un día cualquiera; los resplandecientes rayos del sol naciente iluminaban un hermoso cielo azul, y al mismo tiempo envolvían en esta claridad una casa donde habitaba un modesto matrimonio: él se llamaba Rafi y era carpintero; ella se llamaba Ani y era ama de casa; hacía tres años que se habían casado. Pero en este humilde hogar, la felicidad con la que soñaban cuando eran novios los había abandonado. Ani no podía tener hijos; fue el pronóstico de los médicos, después de hacerle a los dos las pruebas correspondientes. Rafi, aunque algo triste, pero no desanimado le dijo a su mujer la cual estaba con el ánimo muy decaído que podían adoptar un niño, pero que para esto necesitaban dinero, y cambiar su precaria situación, ya que a un matrimonio sin bienestar y que vive en una casa que encima no es de ellos, no se les puede conceder tal adopción.
Y el cambio pronto se produjo en sus vidas, pues el dinero comenzó a entrar en la casa en grandes cantidades; Ani, desconfiada le preguntó a su marido de donde procedía tanto dinero, y Rafi la tranquilizó diciéndole que unos amigos y él se habían metido en un lucrativo negocio, el cual era honesto, por lo tanto no tenía porque preocuparse.
Rafi, al cabo de poco tiempo compró un pazo; se mudaron y vivían en tal opulencia que con lo que tenían en demasía se podría mitigar la miseria de algunos hogares. Tenían coches de lujo; y en el enorme huerto todo amurallado, no faltaba de nada para entretener su tiempo de ocio. Pues bien ahora que poseían todo lo que deseaban para adoptar el niño tan deseado, ¡oh!, egoísmo humano; ninguno de los dos lo mencionaron para nada; sus preocupaciones estaban totalmente concentradas en esta riqueza.
Pero otro cambio alertó a Ani: últimamente cuando fue a visitar a sus padres y a sus dos hermanas, vio malas caras, y las palabras casi se contaban; ella quiso saber el motivo, y además por qué no iban a su casa; preguntas a las cuales le respondieron que no se hiciese la tonta, pero si de verdad no lo sabía, que le preguntase a su marido. Ani desconcertada sólo se atrevió a decirles que así lo haría.
Ya en la calle subió a su coche y se dirigió al supermercado de costumbre, y ya rodando, un mal pensamiento comenzó a angustiarla, pero no podía ser; ella confiaba en Rafi. Aparcó el vehículo, y después de hacer algo aturdida sus compras en el comercio, al salir tropezó con unas amigas de soltera, pero estas no le hablaron, y se apartaron de ella como si fuese el demonio; y eso no era todo: al llegar a casa, la gente del contorno le llamaron mafiosa, narcotraficante, y otros insultos desagradables, e incluso llegaron a lanzarle piedras al coche; Ani, muy asustada y llorando entró en casa, y dirigiéndose a su marido estaba en la piscina le dijo gritando por qué le había mentido con sus honestos negocios sabiendo que traficaba con droga. Entonces ya desalentada y decaída por los sinsabores de su vida; ahora lo que quería era olvidar, y para ello que mejor cosa que drogarse con alguna de esas sustancias de las que dicen que hacen ver cosas maravillosas, y quien podía proporcionarle esta droga era Rafi. No obstante este le advirtió que podía ser peligroso para su salud, pero ante los gritos histéricos de esta, él cedió proporcionándole una dosis de cocaína, y Ani empezó a conocer los placeres ilusorios y fantásticos que esta temible sustancia le proporcionaba, y así fue como poco a poco se hizo adicta a la droga, hasta tal punto que ya no podía pasar sin su poción mágica. Ya no hacía los labores de casa la comida se la traían de un restaurante, y para hacer la limpieza, Rafi traía una mujer, ni salía a la calle, y si alguna vez tenía que salir por cualquier cosa, salía con Rafi, pues a él, los vecinos no le decían nada; le tenían miedo.
El tiempo no se detiene; y Rafi veía como su mujer se marchitaba; él, tampoco se encontraba bien, pues tenía fuertes dolores debajo del pecho creía que era el estómago, y por dos veces tuvo náuseas, mareos, vómitos y hemorragias por la nariz, pero sufría y callaba, no obstante pensó si estos síntomas serían debidos al alcohol, pues aunque no fumaba bebía mucho whisky.
Sonó el timbre, fue mirar; era el chico que les traía todos los días la comida en una furgoneta a la cual los vecinos también le lanzaron piedras, pero el chico les dijo que venía a ganarse decentemente su pan; y no volvieron a molestarlo; Rafi le pagó, y se dijeron hasta mañana. Pero cuando Ani y Rafi se disponían a comer, este volvió a tener los mismos síntomas que las otras dos veces, pero esta vez el dolor era tan insoportable que tuvo que permanecer unos instantes sin moverse, y la nariz no paraba de sangrar; Ani al verlo en esa situación; nerviosa le preguntó que le pasaba y por qué le sangraba tanto la nariz; él para tranquilizarla le dijo que sólo era una simple indisposición, y lo de la nariz había sido que como le picaba; al rascarse se hizo daño. Comieron sin otro inconveniente, y Rafi dijo que al día siguiente iba ir al médico para hacer el control rutinario...
Cuando Rafi le contó al médico todo lo que le pasaba; este le hizo un volante para ir a urgencias al hospital donde le hicieron profundos exámenes y otros análisis. Y cuando volvió a este centro a buscar el resultado de las pruebas, le dijeron que padecía una grave enfermedad; Rafi, intranquilo quiso saber la verdad acerca de su dolencia, y ante la insistencia de este, el oncólogo le dijo que tenía un tumor maligno muy extendido en el hígado; y este cáncer hepático era incurable, por lo tanto poco tiempo le quedaba de vida. Rafi soportó el duro golpe con entereza. Era una pena que el coraje de este hombre pereciese manchado con el maldito néctar de la perdición.
Ya en casa, no le dijo la verdad a su mujer, pues Ani no estaba para recibir tal disgusto, así que le contó que solamente tenía un catarro de nariz, y para curarlo, el médico le dio unas pastillas (cosa que no era verdad, eran calmantes).
Rafi, ya en su despacho comenzó a pensar lo que iba a ser de Ani cuando él muriese, entonces creyó que la mejor cosa era intentar que esta volviese a la razón, y para eso había que suprimirle la droga; y puso su plan en ejecución, pero no contó que Ani ya era una drogadicta que no podía pasar sin su veneno; así que al ver que le quitaban su droga; muy excitada gritaba insultos contra Rafi y le lanzaba todo cuanto encontraba a su alcance, y ya enloquecida se abalanzó sobre él arañándolo y propinándole puñetazos; este intentó detenerla, con tan mala suerte que Ani cayó al suelo contra el cual se golpeó la cabeza y quedó inmóvil, Rafi reaccionó y abrazándola la llamaba desesperadamente, pero Ani no podía responder; estaba muerta. Rafi, desolado y destrozado se desmoronó en el sillón de su despacho; y los recuerdos retornaron a su mente: Cuando eran novios, cuando se casaron, la desilusión por no poder tener hijos, la idea de adoptar un niño, y como para conseguirlo hizo el cambio fatal en sus vidas. Y bien, ya habían llegado a ser ricos, pero si cuando eran pobres no les concedieron la adopción, cómo ahora enriquecidos con el tráfico de drogas que destruían vidas y arruinaban familias, les iban a conceder esta adopción. Rafi al volver al presente le remordía la conciencia; había cometido un grave error, y ahora no sólo era un capo del mundo de la droga, sino también un criminal, y no había marcha atrás, pero todo le daba igual, puesto que sus días estaban contados. Se enjugó las lágrimas; cogió una hoja de papel y un bolígrafo, y se puso a escribir lo siguiente: El testamento que su mujer y él tenían hecho, dice que los bienes adquiridos durante el matrimonio; a la muerte de uno de ellos pasan para el otro, y como su mujer ha fallecido; ahora los bienes eran de él eso al menos era lo que creía Rafi, por lo tanto, él, Rafi..., en pleno uso de sus facultades mentales desea que estos bienes, a su muerte sean vendidos, y el dinero recaudado de esta venta, junto con el que poseen en varias cuentas bancarias cuentas que en una carta lacrada se les autoriza a las autoridades competentes acceso a estas para poder retirar el susodicho dinero sea donado a las instituciones de desintoxicación y rehabilitación de drogadictos. Revisó su escrito y firmó...
Después de tanto tiempo dedicado al mal, intentaba ponerle un bálsamo a una herida causada a la humanidad; se levantó del sillón y cabizbajo entró en el garaje, cogió un coche, fue a la policía y confesó sus dos pecados... Pero Rafi no llegó ir a la cárcel, murió en una celda de la comisaría. Este último cambio en sus vidas había sido mortal. Pero el último deseo de Rafi se cumplió rigurosamente. Y los padres de Ani estuvieron de acuerdo con este cumplimiento (Rafi no tenía familia).
..................................................-...................................................-..........................................
Era otro bello amanecer de un día cualquiera, pero esta vez los resplandecientes rayos del sol naciente, al mismo tiempo que iluminaban un hermoso cielo azul, su deslumbrante claridad envolvía dos humildes tumbas, debía ser el indicio de que las almas de estos desdichados se habían ido para ese otro cielo que no vemos...
Ver también
Perdón, ¿para quién?
No sé por qué no han salido las comillas ni los guiónes. Espero que estas faltas no impidan la comprensión del texto. Muchas gracias,
Suso1
Hola suso
Se te entiende perfectamente,pues está muy bien escrita.
Algunas veces se quiere tener todo,para conseguir algo..y no siempre es el camino para poder ser feliz.
¿De q le valio una vida de opulencia , para al final acabar sin nada?
Mejor conformarse con poco, q tener mucho y mal.
Debo decirte q tu relato me encanto, como siempre traes cosas preciosas al foro.
Un biquiño.
tierra3
Hola suso
Se te entiende perfectamente,pues está muy bien escrita.
Algunas veces se quiere tener todo,para conseguir algo..y no siempre es el camino para poder ser feliz.
¿De q le valio una vida de opulencia , para al final acabar sin nada?
Mejor conformarse con poco, q tener mucho y mal.
Debo decirte q tu relato me encanto, como siempre traes cosas preciosas al foro.
Un biquiño.
tierra3
Sí, tierra3
Es un drama como uno de tantos que suceden en la vida.
Siempre debemos buscar el bienestar, pero honradamente, porque el que mal anda, mal acaba, como dice el refrán.
Me alegra que te haya encantado mi relato.
Un biquiño de agradecimiento por tus elogios,
Suso1