El amor es la única riqueza que poseen hasta los pobres: se puede estar desheredado y tener una infinita herencia de amor; se puede mendigar el pan, pero el amor no, ese si no te corresponde, nadie te lo da.
Un limosnero puede recibir una moneda, pero no amor; un rico puede tener mucho dinero, pero quizás no tenga un gramo de amor. No hay nada que lo compre, no se adquiere por trueque, no se recibe en testamento, hay que saberlo ganar.
Si embargo no para todos significa igual, según un pensador, cuando la miseria toca a la puerta, el amor huye por la ventana. Otro escribió: El que jamás ha tenido dinero, cree que el dinero puede dar el amor; el que nunca ha tenido amor, cree que el amor puede dar la dicha.
Pero no se trata de la materialidad de las cosas, el sentimiento más egoísta es precisamente el amor, que se refugia en el corazón, porque le son ajenas las cosas del cerebro, realmente su brillantez está más del lado de la demencia que de la cordura.
Para un matemático el amor entre dos puede ser una suma o una multiplicación, pero para un gramático es cosa de sujeto y verbo, que separados no significan nada, pero si se juntan hacen hasta una novela.
Para un electricista no es más que la unión de un cable negativo con un positivo: tremenda descarga, y para un albañil todo se resume a una de cemento y otra de arena.
Indefectiblemente el amor es cosa de dos, si aparece un tercero hay adulterio.
El único alimento que calma el hambre, sin llevar nada al estómago, es el amor; es el mejor calmante para un dolor de cabeza, porque si lo tienes te cura y si no lo tienes te lo crea; pero tambièn es el único conjuro que hace a los viejos jóvenes, sin necesidad de una fuente que perpetúe la jovialidad.
Quien no haya estado enamorado no sabe lo que es sufrir, tampoco sabe lo que es la felicidad, porque es un estado en que se pierde la noción de la relatividad, se ignora lo que es abajo, arriba, delante, detrás, al frente a la espalda.
El amor es uno de los mejores inventos del humano, y si algo tiene de malo son los desconsiderados que luego inventaron los regalos y la repartición de bienes en el divorcio, eso mata su encanto, porque amar es un acto puramente espiritual, muy alejado de lo material.
Un consejo sano, se puede en un momento desventurado perder el amor, pero no la esperanza, porque si esta se pierde, poco podrán hacer San Valentín o Cupido para devolverle la felicidad, esa es solo patrimonio de los enamorados. ¡Ah! Y de la niñez.