Yo no sé que pretendo con mis versos
a estas horas sin tiempo, en estos días
donde casi no hay sol. Ni por qué vienen
a mis manos palabras que no olvidan?.
Yo no sé.
Mas también me pregunto
qué pretenden decir las caracolas
cuando el mar las arroja hacia la arena
y se quedan allí
sin saber regresar de nuevo al mar.
¿Qué pretenden los pájaros, las nubes
o el rubor de las flores?
¿Qué pretenden las fuentes bulliciosas
alzándose y rompiendo en mil cristales
sin poder evitar ser lo que son?
Yo no puedo tampoco
dejar esta costumbre de escribir
con un cierto compás en mis palabras
y que no sé si es mío realmente
o un resto que de ti me queda aún.
Porque esto que yo escribo,
esta leve cadencia de mis pasos
que repito tal vez de cien maneras
son brasas que me quedan
que apagarse no saben, creo yo.
Son la cera que guardan ese fuego
que un día ya lejano
encendieron tus ojos en los míos
que vieron otros mundos y supieron
lo que es alma y también lo que es soñar.
Pero ahora yo no sé
qué pretendo decir si ya no quedan
días de luz, de rosas y de música...
¿A quién busco en las sombras?
¿A quién llamo con versos que no son?
No son versos mis páginas ahora
a pesar del color y del compás,
son atisbo tan sólo, impulso breve
de un recuerdo que queda y que no quiere
morirse desprendiéndose de ti.
¿Por qué no callo ya si ya se fueron
aquellos ojos que a alumbrar vinieron
la forma de mis manos?¿Qué me impulsa
a seguir recordando, si hay estrellas
que seguro que alumbran con más luz?
¿Por qué ambiento mi cuarto con perfume,
con el mismo perfume que ambientaba
la luz con que venían tus noticias,
tus pájaros, tu aroma, tus caminos,
si ya no vienen ya?
Yo no sé qué pretendo...
Quizás es que es muy triste
morirse así, vacío,
sin hojas, sin destellos, pues sería
como un piano sin cuerdas,
una campana hueca
o una fuente sin agua, y aquí estoy
deshaciendo en palabras mis espumas
por que tú si las lees reconozcas
todo esto que es eterno
que bulle como el mar imensamente
y es la parte de ti que queda en mí.
Porque tú eras Belleza, y escribiendo,
midiendo mis palabras, mis acentos,
cadenciando mis notas con el ritmo
que tenía el aliento de tu voz
me daba la impresión que aparecías,
que venías a verme
a iluminar las sombras de mi cuarto
con un poco del cielo que eras tú.
... Y por eso aún escribo,
por si vuelves tal vez...
... por si vuelve tu voz y tu sonrisa
a envolverme con cálidas estrellas
esta alma que no es mía y... que se queda
como quedan aquellas caracolas
perdidas en la arena
esperando a las olas que las lleven
otra vez hasta el mar.
Lápiz Azul.