ENVUELVEME MUSICA CON TU CARICIA
Circúndame música con tu caricia,
deslízate por mi piel, anidando en cada uno de mis poros,
bañándome con tu esencia.
Libérame del tormento de lo insonoro,
irrumpe con tus acordes, quiero recordarla,
quiero profesarla de nuevo a través tuyo.
Sus besos, esos que no dormitan ya en mis labios,
que no guindan de mi boca, impeliendo su flujo por todo mi cuerpo.
Su olor, penetrante, que expelía con cada una de mis caricias,
llenando todo de ella, revistiendo la estancia
y donde el paso de su presencia era palpable
aún en su ausencia, recordándomela,
hablándome continuamente de ella,
matándome poco a poco mientras más vida me daba.
La bruma de su sonrisa flota aun en el ambiente
y la chispa de sus ojos cuando me miraba,
era la luz que iluminaba la noche.
Devuélvemela, has tangible el calor de su piel
recostada en mi cuerpo, enredada en el mío,
llena mis manos de ella nuevamente
pues ahora solo acarician vacío; y éste tormento es como daga hiriente
que apunzona incesante por temido.
II
Quiero sentir como antes, rodeado de tus sones
el latir los corazones en la caricia febril,
para luego, cual morir,
habitando en toda ella,
el resplandor de la estrella en la explosión clamorosa
y en ella, volverme a fundir
III
¡Como la recuerdo!
Recuerdo mis sueños aferrándose al interior de su falda,
amenazando con caerse a cada movimiento de sus caderas,
desprenderse de ella y hacerse añicos contra el suelo;
pero eran sueños, estos solo se rompen cuando se cumplen.
Quiero seguir asido a ella, percibiendo su aroma,
sintiendo su calidez, muriéndome lentamente, (extasiado)
en el fino cordel del hilván, entre pespunte y pespunte,
disfrutando del tenue contacto del roce con su piel.
Su piel, poema, efluvios de amor, esencia, néctar de mujer;
emanaba por sus poros igual que el rocío en fresca mañana,
fruto de su deseo. Aromas plenos de encanto; consistente.
Lujuria rotunda que envolvía en su manto de lascivia;
sin penurias, generosa en la entrega, ilimitada en arrebato,
ni se contenía en la espera ni disimulaba recato.
Encendía su propia hoguera,
siempre una pira tras el leve conato, hasta arder en imperativa pasión.
Y tras esta, los besos sosegados y su risa, melodioso cántico
IV
Y canta el aire y es su risa cristalina
y la cascada de agua (canta) y es su risa, cantarina,
y el murmullo de la fuente recuerda su piel y mi piel unidas;
música exhalada que brotaba envolviendo.
Y la esencia nívea de sus senos erguidos, insurrectos,
pista por donde se deslizaban mis sentidos desbordados;
fusión desaforada, que aún permanece
entre los pliegues de la aurora, que acontece.
Aquellos cánticos de labios, a los míos amoldados,
matices florecidos y entregados,
mientras el parpado cerrado, adormece,
y el beso exquisito y prolongado,
en el borde de su boca, cimbreando, se estremece.
Envuélveme música con tu caricia, quiero seguir recordando, su sonrisa
V
Sonreía con los ojos, acariciando mi mirada
si en su imagen la posaba; en su rostro;
se erizaba mi piel impaciente y conmovido
pues su cara, se llenaba de ternura y a ella el alma asomaba.
Hoy, en ésta fría Laguna, la mía, deshilachada,
vaga por sus callejuelas; sin ella no es nada,
tan solo quedan secuelas, una sombra, que enamorada
a la deriva navega.
Y al éste, allá donde nace el día,
tenues resplandores anuncian el alba.
La alborada; mas la fija en mi memoria,
pareciéndome ya historia, pasados amaneceres,
compartiendo sus quereres cuando el sol,
en la mañana despuntaba, acariciándonos calidamente;
espantando a las sombras que se retiraban indolentes
y triunfando la luz en hora temprana,
dibujaba su perfil, su contorno,
armonizando sus formas, otrora amorfa (en la oscuridad);
creando notas en alegre solfas,
aquellas, que unidas al beso del amor postrero,
incitaban a más amor, en el entorno,
del lecho de flores, imperecedero.
Y mientras, la música nos envolvía a ambos