Nada produce mayor inquietud y sobrecogimiento en un espíritu sutil y sensible que la "belleza", bien sea en forma de música, mediante un poema que nos hace estremecer, ante un cuadro que nos hace trasladarnos a otra dimensión, una escultura, una danza etc, etc, etc. Y esto sucede porque, en definitiva, el espíritu cede ante lo bello, pero ¡cuidado!, nada es feo o bello en sí mismo, sino que es el ser humano quien determina y le da dicho calificativo, porque el ser humano, se quiera o no, es la medida de todas las cosas que nos rodean.
Mas el "artista", necesita un condicionante y un estado fisiológico previo para crear: que es el estado de embriaguez. Embriaguez producida por un estado de excitación, quizás el más primitivo de los estados de embriaguez, o de cualquier otro tipo de condicionante que ayuda a manipular y tergiversar la realidad porque, el artista, no se conforma con representar de manera fiel aquello que le rodea, sino que conquista, desfigura, manipula y trangrede esa realidad para darle forma a su antojo, utilice el arte que sea. No busca "verdades", y el caso más patente quizás sea el del poeta, sino que simplemente se limita a expresar, exteriorizando, un estado anímico concreto.
El "artista" es ante todo un visionario. Se alimenta y calma su sed de la inagotable fuente de los sueños, siendo, en sus divagaciones oníricas, donde realmente alcanza su máximo esplendor creativo.Por eso nadie más torpe que él mismo para poder explicar su "obra", ya que ésta le supera.
Pero el arte, como el egoísmo (que es el arte supremo de la autoconservación), depende de qué condiciones fisiológicas y mentales posea quien lo crea para que tenga un valor determinado, es decir, si por ejemplo el egoísmo es patrimonio de un individuo enclenque espiritualmente, ese egoísmo no pasará de ser una refutación contra ese determinado valor añadido, ya que la persona que hace gala del mismo no posee la riqueza espiritual necesaria para manifestarlo; si, por el contrario, es una persona dotada intelectualmente y su componente fisiológico es la fuerza y la vitalidad, ese egoísmo no carecerá de valor, es más, incluso será una necesidad que así sea.
Lo individuos mejor dotados por la naturaleza, tanto en lo mental como en lo físico, carecen de maldad, de odio y, mucho menos, de resentimiento, ya que su grandeza y abundancia espiritual es tanta que, en esa exuberancia, que casi es despilfarro de vida, les es imposible abarcar sentimientos negativos; no buscan aquiescencias, pues no las necesitan, son conscientes de sus propias facultades y limitaciones. Pero los menos dotados, es decir, los débiles, los raquíticos de espíritu, siempre buscan mayorías, porque saben que es la única manera de poder hacer frente a la abundancia, a la nobleza y a la generosidad.
Una cosa es opinar y otra, muy distinta, criticar. La crítica se basa en el entendimiento y conocimiento de la materia en cuestión, mientras que la opinión es un capricho de ese mal entendido llamado "voluntad libre" o "libertad de expresión". La segunda razona, medita, sabe; la primera habla por hablar, por inercia, por capricho, o por otros motivos más oscuros cargados de resentimiento hacia todo aquello que es elevado.
Quien mira hacia arriba es que aún se halla en el valle de la mediocridad, pero el que ya está en la cima sigue mirando hacia arriba porque no se conforma ni se resigna a aceptar lo que ya sabe.
Pretender que el arte sea universal, es decir, para todos, no deja de ser en último extremo más que un acto de presunción y una falacia expuesta por esa mayoría conformista y cómoda, que siempre luchará en contra de todo aquello que despida el pathos de la distancia, individualidad y grandeza espiritual. Buscan la fuerza porque carecen de ella, por eso se unen, por eso buscan apoyos en otros, por sí mismos no son más que naturalezas agotadas y espíritus tullidos condenados a la permanente frustración.
Cuando uno fracasa no debe buscar causalidad en otras cosas, sino afrontar de cara su propia derrota, sólo así tendremos derecho a considerarnos parte activa en el proceso evolutivo de nuestra especie. Ni Dioses ni Demonios nos castigan, sólo la pobreza intelectual nos hace reos de nuestra propia existencia.
Con este escrito sólo quiero dar mi visión sobre el arte, el artista y lo que se requiere para comprender esa sublimación del espíritu.
Un saludo, como siempre, del Loco Poeta. Aunque esto lo ha escrito Satanás, que es más filósofo que poeta (jajajajajaja).
