¿Por ahí es? pregunto inútilmente.
Sí pues dice el Viejo Antonio mientras corta bejucos y húmedos pedazos de noche. En unos minutos estamos de nuevo en el camino real y los relámpagos anuncian el perfil deslumbrado del pueblo del Viejo Antonio. Mojado y cansado llegué hasta la champa Viejo Antonio. La doña Juanita se puso a hacer café y nosotros nos acercamos al fogón. El Viejo Antonio se quitó la camisa mojada y la puso a secar a un lado de la lumbre. Después se fue a sentar en el suelo, en un rincón y me ofreció un banquito. Yo me resistí primero, en parte porque no quería alejarme del fuego y en parte porque me seguía la vergüenza del alarde inútil de mapa, brújula y altímetro. Como quiera me senté. Empezamos los dos a fumar. Yo rompí el silenció y le pregunté cómo había encontrado el camino de regreso.
No lo encontré me responde el Viejo Antonio No estaba ahí. No lo encontré. Lo hice. Como de por sí se hace. Caminando pues. Tú te pensaste que el camino estaba en algún lado y que tus aparatos nos iban a decir hacia dónde había quedado el camino. No. Luego te pensaste que yo sabía dónde estaba el camino y me seguiste. Pero no. Yo no sabía dónde estaba el camino. Lo que hacer el camino juntos. Así que lo hicimos. Así llegamos a donde queríamos. Hicimos el camino. No ahí estaba.
Pero, ¿por qué me dijiste que cuando uno no sabe que es lo que sigue hay que mirar para atrás? ¿No es para encontrar el camino de regreso? pregunté.
No pues responde el Viejo Antonio No es para encontrar el camino. Es para ver dónde te quedaste antes y qué es lo que pasó y qué querías.
¿Cómo? pregunto ya sin pena.
Sí pues. Volteando para mirar atrás te das cuenta dónde te quedaste. Así puedes ver el camino que no te hiciste bien. Si miras bien para atrás te das cuenta que lo que querías es regresar y lo que pasó es que tú respondiste que había que encontrar el camino de regreso. Y ahí está el problema. Te pusiste a buscar un camino que no existe. Había que hacerlo El Viejo Antonio sonreía satisfecho.
Pero, ¿por qué dices que hicimos el camino? Lo hiciste tú, yo nomás caminé detrás tuyo le dije un poco incómodo.
No pues sigue sonriendo el Viejo Antonio No lo hice yo solo. Tú también lo hiciste porque un tramo lo caminaste tú adelante.
¡Ah! Pero ese camino no sirvió lo interrumpo.
Sí pues. Sirvió porque así supimos que no sirvió y entonces no lo volvemos a caminar o sea a hacer, porque nos llevó a donde no queremos y entonces podemos hacernos otro para que nos lleve dice el Viejo Antonio. Yo lo quedo viendo un rato y le aventuro:
Entonces, ¿tú tampoco sabías si el camino que estabas haciendo nos iba a traer hasta acá?
No pues. Sólo caminando se llega. Trabajando pues, luchando. Es lo mismo. Así se dijeron los grandes dioses, los que nacieron el mundo, los primeros. El Viejo Antonio se pone de pie.
Cuentos para una soledad desvelada.
Textos del Subcomandante insurgente Marcos.