Hacía sol, brillaba con mucha intensidad, la tibieza del calor primaveral rozaba mi piel, me sentía feliz....y de repente....es de noche, no veo nada, la luna se ha descolgado del cielo, mis ojos anegados no pueden encontrar un camino para seguir, mis pies están clavados en la tierra, no puedo moverme ¿ que pasa?. Me escucho diciéndome ¡es un mal sueño!...quiero despertar...Dios mío despiértame, no quiero soñar así, por favor, sigo gritando pero nadie me escucha...silencio sólo se oye silencio, no hay sonidos a mi alrededor, intento moverme pero la tierra agarra mis pies como si fueran raices y se van hundiendo...pero no me traga, me deja como una estatua contemplando la escena más aterradora de mi vida.
La muerte, pero no esa muerte plácida que es espera con los años, sino esa muerte loca, esa que viene sin razón para entenderla como humana, esa llena de desdicha, que te arranca las entrañas, que te hace decir, ¿por qué no a mí?
¿por qué no?.
Tendrá que colgarse la luna otra vez en el cielo, volverá a brillar el sol, pasará el tiempo y aunque pase, quedarán esas cicatrices en el alma, no la verán los demás,pero cada día se sentirán esas heridas, esas que el tiempo no cura, esas llenas de amargura.
Que Dios nos ayude.